JULIO SOMOANO Y SU IDEARIO GENOVÉS

La penúltima foto

El precio de la deuda bate récords. Nos asfixia a nosotros y, lo que es peor, a nuestros hijos. Hipoteca nuestro futuro. El ‘efecto contagio’ se ha convertido en una bomba lingüística que corre de boca en boca. El tsunami de la desconfianza en España destroza los parqués y barre los mercados. El Gobierno debe demostrar que la situación está controlada y las reformas necesarias se aplicarán sin titubeos. La situación es de tal magnitud que, fíjense, Rubalcaba está desaparecido. Missing. Sabe que la incertidumbre actúa como una bola de nieve que calcina al político que coge por delante. Pero tranquilícense. El presidente del Gobierno que nos ha metido en la UCI tiene un gran plan: otra foto.

A Zetaparo le toca esta vez chuparle la sangre (en términos de imagen) a los empresarios, el sector más vilipendiado desde 2004. ZP no reunirá a las pymes ni a los autónomos agonizantes. Tampoco a la CEOE, no vaya a ser que el encuentro termine con inaceptables reproches. Esta vez resulta más conveniente para su imagen fotografiarse con los presidentes de las treinta mayores empresas españolas.

La reunión de mañana, que casualmente coincide con la jornada de reflexión de las elecciones que pueden descuartizar al PSC, se presenta en la memoria colectiva como un déjà vu —o paramnesia, que ya es decir—. Esto lo hemos vivido con sus encuentros con los principales banqueros, el líder de la oposición, los agentes sociales, el pacto de Zurbano, el comité de sabios… El fogonazo de cada flash fotográfico minuciosamente calculado por Zetapé nos deslumbra durante una hora y va a parar a una bolsa de tiempo que el presidente distribuye para sí con tanta maestría como irresponsabilidad. El rey del marketing se ha aferrado a esa desesperada idea que dejó escrita Tennesee Williams de que siempre hay un tiempo para marchar, aunque no haya sitio a donde ir.

(LA GACETA, 26/11/10

El hacha y la esquizofrenia

Dos nombres definen la patología del PSOE por su obsesión con acabar con ETA. Los dos los hemos escuchado con insistencia en las últimas horas: Felipe González y Jesús Eguiguren. El presidente de los socialistas vascos, antípoda política del consecuente Redondo Terreros, no sólo continúa burlándose de las viudas de sus propios compañeros asesinados por ETA al ponerle el termómetro a la serpiente; incluso se jacta de su amistad con asesinos como Josu Ternera. Mientras, el histórico líder del PSOE, otra vez de moda con el ascenso del copresidente Rubalcaba, reflexiona sobre la ética de sus decisiones en esos tiempos en los que se despejó la X.

Tal es al síndrome de Estocolmo de su propio ego o su escasa altura moral que el primero hoy se permite pasearse con sus miserables amistades hasta el mismo banquillo de la Audiencia Nacional. Y el otro no duda en utilizar un megáfono amigo para hacer públicas sus deleznables dudas totalitarias sobre la posibilidad de volar la dignidad de un país con cuatro pasamontañas de esos que se regeneran cada quince días. Por si alguien no sabía resolver esta ecuación de primer grado.

Si lanzamos estas/estos dos caras al aire comprobaremos que cargan con la misma cruz: la de un dirigente que juzgan intelectualmente menor y que ha jugado con ellos al mismo juego que los dos emplearon con la opinión pública. El del engaño sistemático al Estado de derecho para intentar apuntarse un supuesto triunfo del fin de la banda. El precio, como a Zetapé, les es indiferente. ¿Aniquilar la esperanza de las víctimas que piden Justicia? ¿Doblegar el Estado de derecho en el que basamos nuestra convivencia? No importa, qué cortedad de miras, por Dios. Sólo cuenta encaramarse a las espaldas del etarra para alcanzar el laurel de los supuestos vencedores, que son éstos los que al final escriben la historia.

(LA GACETA, 12/11/10)

Qué miedo

"¡Qué sombras somos y qué sombras perseguimos!", dejó escrito Burke. El zarpazo del destino ha hecho coincidir el primer consejo de ministros presidido por Alfredo Krueger Rubalcaba con el comienzo del fin de semana en el que los muertos vivientes saltarán desde cada portal para conquistar la noche de la ciudad. Una semana ha tardado nuestro Fouche contemporáneo en liderar una reunión de ese Ejecutivo marioneta cuyos hilos maneja por SMS. El presidente, prejubilado de una tarea de gobierno que le supera desde que rompió nuestra gigantesca hucha, le ha entregado las llaves de su vida al enterrador de gobiernos porque "hay que comunicar mejor". Todavía no ha entendido Zetaparo que su verdadero Prestige no son las formas, sino el fondo. ZP no tiene nada que comunicar porque, preso en el país de las Maravillas que comparte con Alicia, no sirve para tomar decisiones que pueda mantener durante dos tardes. No había que ser un mago para adivinar que su camino de baldosas amarillas nos llevaría al pasado más oscuro del felipismo.

Undertaker Rubalcaba, retratado como el Dorian Gray de la clase política, ha aprendido de Lincoln que puedes engañar a todos algún tiempo o a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. También sabe que su futuro depende de que los votantes socialistas vuelvan a las urnas, aunque lleven la nariz tapada, que un hombre sin olfato también es un voto. Y para eso hay que recuperar al dóberman y convertirse en oposición de la oposición; travestirla a golpe de falacia en una derecha extrema liderada por un vago que disfruta con la sangría de parados, mientras espera la convocatoria de unas elecciones que cree ganadas. Me pasa lo que al niño de El sexto sentido. Que en ocasiones veo muertos. Aunque éste está muy vivo, más que el de la peli de Kotcheff. Empieza un Halloween que durará hasta las generales. Pásalo.

(LA GACETA 29/10/10)

Tiempo de Tinieblas

Al fijarme en el corrillo sonriente de los nuevos ministros ayer en Zarzuela volví a ver una de las escenas de los niños de Los Otros. Como en la peli de Amenábar, están muertos, aunque no lo saben. El Gobierno Zetaparo se ha convertido en un viejo caserón agrietado por la negligencia al que sólo le queda un final, el derribo. Y ahí entra el protagonista de todas las últimas escenas: undertaker Rubalcaba.

El enterrador de gobiernos es convocado para trabajar a destajo siempre que el presidente huele a muerto. No hay una sepultura en las últimas dos décadas que no haya presenciado a centímetros del hoyo. Dio la cara como portavoz del Gobierno felipista en descomposición por la corrupción y el terrorismo de Estado. Ejecutó el espontáneo Pásalo del 13-M y se puso bajo los focos para denunciar que no nos merecíamos —entonces— un Gobierno que mintiese. Hoy con una mano se tapa la mancha del caso Faisán (o la ayuda del jefe de policía a los terroristas que en teoría perseguía) y con la otra se queda con todas las calles del Monopoly de La Moncloa. Porque el presidente de la sonrisa y las políticas naif ha puesto toda su carne en el asador de este primer ministro in péctore. Rubalcaba cocina de muerte. Aunque, como las leyes o las salchichas, mejor no conocer el proceso, decía Bismarck.

Zapatero ha puesto el autobús en su área porque está harto de que le lluevan parados por la escuadra izquierda de la involución. Toca gabinete de crisis perpetuo: embarrar el campo y romper espinillas. Ahí acaba todo. El gran comunicador del otro lado de la bancada, González Pons, lo explicaba así: "Rubalcaba no es el delfín, sino el del fin". El último, el que apaga la luz y nos deja la factura. ¿Y ZP? Acepta convertirse en marioneta mientras prepara a su sucesor. Se llama José Luis y nunca ha visto el final de la cinta de Amenábar.

LA GACETA (22/10/10)

¿Cambiamos de amigos?

A este hombre de retirada y acostumbrado a vivir en un espejismo perenne le cuesta comprender la realidad. El oasis del izquierdismo militante respetuoso con la libertad individual nunca existió. Ni con Lenin ni con Castro. Ni con su colega bolivariano Chávez y su pandillita de morales y correas. Si, como cantaba Objetivo Birmania, los amigos de mis amigos son sus amigos, con ejemplares como esos Zetapé no necesita enemigos. Porque los mitos de un presidente más miope que Rompetechos no deben elegir las alianzas de su país. Al final, como en el cuento de la rana, el escorpión Chávez ha acabado picando a su compañero de viaje. Le ha inoculado el veneno que más odiamos: el de ETA. Y nadie puede reprocharle nada a este animal. Porque ya lo sabíamos. Lo dice la fábula: está en su naturaleza.

A palabras necias, oídos sordos. Las palmaditas en la espalda al déspota no ayudan a mejorar el mundo, por mucho que Moratinos lleve media vida missing con Alicia en el país de Lewis Carroll. Ni un avance en Próximo Oriente. Ni un avance en China, Cuba o Venezuela… Los tiranosaurios han tomado nota de la RDA. Saben que aflojar el pistón y aceptar una nueva glásnost es derribar su muro de prebendas. Y el poder sin límite gusta mucho.

Desespera comprobar los resultados de nuestras alianzas. Confirmar el presentimiento más lógico: que Zphelma y Moratines-Louise sólo han frenado cuando se han caído por el precipicio de la cruda realidad. Porque existe otra Iberoamérica, plagada de dirigentes brillantes de amplio espectro político: Uribe y Santos en Colombia, Calderón en México, Lula en Brasil, Bachelet… y Piñera. El presidente chileno ha dado una buena lección a los gurús de la foto y el eslogan. Con sólidos valores, capacidad de sacrificio, fe en los tuyos y un poquito de suerte, como vendía Adidas, impossible is nothing.

(LA GACETA 15/10/10)

La verdad no es plastilina

Podría optar a un Nobel de Literatura de igual manera que Garzón al de la Pazzz. Zapatero es el mago de las palabras. Una ametralladora de esos eslóganes que nos conquistan como un anuncio del Caribe. Wilde hecho orador. Las frases del escritor maldito han pasado a la historia por su belleza, por su ingenio, pero si las lees dos veces las depositas en el cajón de las falacias. Ésta es su reacción sofista al bofetón que recibió en la cara de "la señorita Trini": "Quien gana es el mejor (…) No podemos pensar siempre que tenemos la razón".

Quien gana no es el mejor, sino quien más votos tiene. A veces es el mejor. A veces, no. "La democracia es el menos malo de los sistemas políticos" dejó dicho Churchill, pero no garantiza la verdad absoluta. Esa alarmante vacuidad intelectual define la preparación del hombre que debe sacarnos de nuestra mayor crisis. Parecido al estadista inglés, que, por cierto, perdió en las urnas después de liderar la victoria sobre los nazis.

La verdad es la verdad, lo diga Agamenón o su porquero, explicaba el Juan de Mairena de Machado. Aplicado a este chollo, que diría Rajoy, la verdad es la verdad, la voten agamenones o porqueros. Sin esa mínima noción clara nuestros dirigentes se convierten en meros brazos armados de los encuestadores. Meras visitadoras del Pantaleón de Vargas Llosa. Títeres cuyos hilos mueven los globos sonda. Aunque ZP ya había teorizado sobre esto: "La verdad es la formación de una opinión mayoritaria". Es decir: si usted logra convencer de una verdad a la mayoría, gracias a sus terminales mediáticas, eso se convertirá en La Verdad. Goebbels era un aficionadillo al lado del Maquiavelo de León, que, por cierto, nos ilustró con esa perla el 6 de marzo de 2007, cuando celebraba los tres años de su democrática llegada al poder tras una intensa jornada de reflexión. Merece un Nobel, la verdad.

(LA GACETA, 08/10/10)

La hora de la vendetta

Cubierta la farsa de la huelga general, ese cambalache entre hermanitos, Zapatero se enfrenta al segundo paso de la semana en el Vía Crucis que le sacará de La Moncloa: las corrosivas primarias del domingo en el PSM. A un lado del ring, el príncipe destronado que tan bien retrató Delibes, el último muñeco roto de Ferraz. Al otro, la combinación mágica a la que se agarra Zetapé cuando juega en Madrid a la bonoloto. Sabe que ganar la lotería con Trini rozaría un milagro, pero tal es la situación que su pareja de baile es Lissavetsky. Ya le he tenido que explicar a mi vecina que el brazo derecho de Zetaparo desde que éste asumió la pesada carga del ministerio de Deportes no es ningún personaje de Crimen y castigo. Aunque los votantes socialistas encuentren alguna relación con el título.

El proceso de primarias ha demostrado que los partidos pueden presumir de muchas cosas (o de alguna), pero no de democracia interna. Amenazas públicas, avales anulados… Los aparatos sellan sus ventanas para evitar en su cápsula del poder cualquier brizna de aire fresco. Ahí está la patada orgánica a Asunción en Valencia. Y el dossier-bofetón que le sacaron a Borrell por vencer al sucesor felipista Almunia.

Pero no nos engañemos. La despiadada batalla interna en el PSM no responde a diferencias ideológicas, sino al ansia de unos de aferrarse al sillón y al ansia de otros que un día lo tuvieron de vengarse de aquellos que les desalojaron. Saben, como Lloyd George, que la papeleta es un puñal de papel. Y así los felipistas Ibarra, Barrionuevo and company aprovechan para dejar ciego a ZP sacándole los ojos a su chica. Y los simanquistas, mercenarios políticos de ésta, sueñan con la vendetta contra Gómez y sus gentes. La hoguera de las vanidades se ha encendido. Y de ahí sólo saldrán cenizas. Alguno ya se ha dado cuenta. Mejor esperar al próximo tren.

(LA GACETA, 01/10/10)

ZP "se Columbia"

Todavía tienen la boca abierta en la Universidad de Columbia. Ha sido en un foro de ese nivel, entre gente preparada, con conocimientos de teoría política y económica, donde el presidente del Gobierno se ha permitido soltar una de las mayores falacias de la historia. Aseguró, con su solemnidad habitual, que puede ser progresista subir los impuestos y también bajarlos. Que todo depende del fin. Un dirigente que expone estas ideas con seriedad muestra o bien un síndrome de La Moncloa de tal calibre que le ha introducido en un bucle del que no logrará salir o bien una indigencia intelectual plagada de mitos mayores que los que alimentan a los adolescentes menos documentados.

La reveladora teoría de Zetapé plasma su personalidad y su gestión de estos años basada en la desfiguración de símbolos y también de la palabra. Es decir, de la realidad. Nos retrotrae en el tiempo a aquella entrevista de 2004 en Telecinco en la que le contaba a Olga Viza cómo explicaba a sus niñas la diferencia entre izquierda y derecha: "Los de izquierdas quieren el bien para todos, y los de derechas, sólo para sí mismos". Partiendo de este sesudo corpus doctrinal, el trayecto por el que nos está llevando demuestra coherencia: cualquier medida que considere ‘buena’ es progresista. Todo muy científico.

Su razonamiento ignora dos detalles por lo demás nimios. Primero: lo que es bueno o malo debe basarse en datos; en consecuencias tangentes para los españoles. Porque un dirigente debe pensar en su país y no en su poltrona. Y segundo: cae en la eterna trampa que ya denunció Revel hace décadas. La izquierda se juzga a sí mismo sólo por sus intenciones. Tal vez Zetaparo haya olvidado que sus sentimentalismos de caverna platónica ya han provocado más de cuatro millones de parados. Y eso no son eslóganes de flatus vocis ni fotos ni palabras deformadas. Son dramas de carne y hueso.

(LA GACETA, 24/09/10)

Liberadnos de los liberados

Y Esperanza volvió a abrir la caja de la izquierda de Pandora. Y los truenos sindicales se escucharon en una Génova que quería permanecer en mute hasta el 29-S. Aguirre insiste en pisar callos y derribar mitos, frente a los estrategas que piden declaraciones políticas que pasen de puntillas sobre el barro de la confrontación. Esta vez tocaba vencer, sin mancharse ni las suelas de los zapatos, en la guerra fratricida entre Zapatero y sus amigos. Un buen político es el que sabe cuándo izar las velas para no desgastarse remando. Es una forma de verlo. Pero hay otra: el caramelo del voto no debe desviarnos la mirada del horizonte de toda buena acción política: transformar la sociedad.

No es justo para los 26 millones de españoles currantes (algunos trabajan en buscar trabajo) mantener unos privilegios sindicales heredados de aquellos joseantonianos que nacieron tomando de modelo a los de Mussolini. Atufa a mafia desde su país de origen. Defiendo la necesidad de que los trabajadores elijan a sus representantes, pero no de unas prerrogativas que han convertido los locales sindicales de buena parte de la Administración en una cloaca en la que el lodo impide ver con nitidez las prebendas y los chantajes. O el miedo impide denunciarlos. Todos conocemos decenas de esos que se han tomado al pie de la letra la conclusión de Buqueras de que el trabajo nos roba demasiadas horas, pero su ocio, su vida asamblearia postadolescente, nos roba demasiados millones. Toca podar. Y ya que es utópico el lógico razonamiento de que los sindicatos les paguen el sueldo con las cuotas de sus afiliados, los elegidos deberían al menos justificar sus ausencias del puesto de trabajo, como en Alemania. Más barato. Y más transparente. El que de verdad crea en la misión sindical lo respaldará. Es su salvoconducto al siglo XXI.

(LA GACETA, 17/09/10)

Oxígeno por transferencias

Nadie quiere contagiarse porque ya flota en el aire el olor a cadáver. La lepra se ha extendido. Causada por la indigencia intelectual del que toma las decisiones y sus constantes cambios de rumbo copernicanos, Zetaparo ha dilapidado su extraordinaria capacidad de hacer amigos con cargo a los presupuestos generales. La izquierda parlamentaria intenta olvidar sus jornadas de enamoramiento con un presidente hipnotizado por los mitos de la II República. Los líderes sindicales se han visto obligados a convocar (en voz muy bajita, eso sí) una huelga general contra el militante de UGT que les ha traicionado. Se sienten tan fuera de su papel que en los vídeos en los que explican la protesta se olvidan del presidente para arremeter contra sus obsesiones: los empresarios, el complot del capitalismo… y, ya de paso, el PP. Ya sabe usted que la cabra tira al monte.

A Zetapé sólo le quedaban los votos nacionalistas para aferrarse a la poltrona presidencial. CiU avisa de que ya no comulga con ruedas de molino. Mas sueña con una mayoría absoluta el 28-N y no se va a desgastar con el hombre que, entre cigarritos, le prometió la cabeza de Montilla si el PSC no era el partido más votado y, sí, también le traicionó. Ay, la lepra. Sólo un amigo, el PNV, consiente en taparse las narices ante el contorsionista político que les quitó las prebendas de Ajuria Enea. Y aunque le tienen guardado lo que ellos creen otra traición (la única que no lo es: desalojarles del entonces putrefacto poder vasco), el cheque es el cheque. Y ellos disfrutan viendo cómo Patxi López sufre con esa prostitución de favores políticos, mientras ZP sigue el guión del brujo Blanco: le sacamos unos millones más a Papá Estado para el PNV, lavamos la cara al Gobierno con una remodelación y nos atrincheramos un añito más, a ver si esto escampa. Olvidan que la lepra avanza.

(LA GACETA, 10/09/10)

¿Veremos ya la luz?

Y el verano pasó de corrido sin silenciar los ecos de la palabra maldita. Cri-sis. Los hoteles, a medio gas. La paellera del chiringuito, más llena que nunca a las cuatro de la tarde. Y la angustia latente de los millones de náufragos políticos hartos de oír eso de que la mayoría nunca se equivoca. Después de seis años de desdichados desdichos presidenciales, los optimistas albergan la esperanza de que las elecciones autonómicas y municipales de este curso se conviertan en el principio del fin. (Confiar en que este año Zetaparo convoque generales ya se consideraría ocurrencia de optimistas lunáticos o inocentes enfermizos).

"El hombre más necio puede llegar a fingir erudición por uno o dos días" dejó escrito hace más de dos siglos Goldsmith. ZP lo logró durante años para millones de españoles, pero su crédito está agotado. Por cinco millones de razones que hacen cola a las puertas del INEM. El hombre que confesó que para él la palabra está al servicio de los políticos, resucitó por primera vez cuando convenció a la mayoría de que era tan válido ceder ante ETA por su paz como volver al Pacto Antiterrorista. Lo logró a la segunda cuando dio un giro de 180 grados a su programa, presionado por Obama y Merkel, y dejó en la cuneta a sus hermanos de sangre sindicalistas. Y ahora se enfrenta a la tercera.

El PP ha llegado al curso político que el asesor áulico Arriola previó hace dos años como un paseo triunfal hasta las puertas de La Moncloa. Un Zapatero agotado de mentir, rodeado de cadáveres y herido de muerte por sus constantes fracasos planea sus últimas traiciones (que tiemble Patxi López) para aguantar unos meses más con vida política. Este presidente en estado terminal cree posible reencarnarse otra vez en el ave Fénix. Pero no hay peor engaño que el mito. Y todo llega.

LA GACETA (03/09/10)

Suspenso general

Diagnóstico del Estado de la Nación: crítico. Ahora que ya se ha pasado el efecto del Prozac de la victoria mundialista, volvemos del Matrix sudafricano para chocar de frente con una crisis de la que no sabemos salir. O para ser más exactos, de la que nuestros políticos no saben sacarnos. El y-tu-más entre lo que queda de Zetapé y Rajoy nos confirma la crisis institucional que tapona la pequeña vía de nuestro sueño con un futuro como el de anteayer. Porque, después de tanto elogiar a Del Bosque, ha vuelto a imponerse su colega holandés Van Gaal, estratega de la patada en la espinilla oculta tras agrios reproches: Sempre negatifo. Nunca positifo.

Rajoy, víctima de una época en la que sólo se imponen los eslóganes superficiales, las fotos-impacto y las sonrisas profident, volvió a caer en su trampa de registrador de la propiedad. Destacó las infinitas contradicciones de un presidente que ha traicionado todos sus principios; de un náufrago político que vende el humo de la economía que ha calcinado. Y le pidió al pirómano que reconociera su incompetencia para sacarnos del atolladero y que dejase elegir a las urnas. El gallego lideró, por tanto, el descontento, pero no la ilusión del futuro que él bien podría guiar. Faltaron gestos contundentes, estilo Sarkozy, y pasos adelante, como anunciar una moción de censura. No escuchamos la melodía de la alternativa en su totalidad porque la partitura está escondida en un cajón de Génova. Rajoy y sus áulicos asesores piensan que recitar el estribillo –estabilidad, credibilidad y sentido común– es más que sobra.

Zapatero, maestro del mitin, buscó un perfil bajo para un debate veraniego. Y se justificó con la tesis de Confucio de que gobernar es rectificar. El fin de curso, con suspenso general, me lleva a nadar con las corrientes de Friedman: las personas aprenden; los Gobiernos, jamás.

(LA GACETA 17/07/10)

El milagro del gol

El delirio de la marea roja (o rojigualda) no tiene fin. En la mítica peli de John Houston, los prisioneros del campo de concentración nazi, liderados por Stallone, Caine y Pelé, sabían que su sueño de evasión sólo pasaba por la victoria en el campo de batalla del regate corto. Aquí, en España, en plena guerra del revisionismo compulsivo, los prisioneros del mito de la II República sabemos que únicamente la victoria nos puede proporcionar más momentos de evasión. Más paréntesis de tiki-taka en el que las dos Españas de Machado se abrazan. Más espacio para el sueño de un país orgulloso de sí mismo y sus símbolos. Spain is different: el único milagro reconocido por todos es el del gol.

Cuando Villa deje de brillar y Puyol se guarde la furia para casa, tal vez vuelva a ser políticamente incorrecto que nos identifiquemos con nuestra bandera, nos emocionemos con nuestro himno y cantemos orgullosos eso de yo soy español, español, español. O tal vez no. Tal vez hayamos comenzado, gracias a nuestros héroes, la senda para una época en el que las nuevas generaciones (aquellos que ya nacimos con Franco bien enterrado) huyan del mito tramposo al que la izquierda nos quiere llevar en los últimos tiempos. El Zetapé que ha pasado de negarse a pronunciar el nombre de su país en la primera legislatura a intentar adueñarse de los éxitos colectivos, como inefable ministro del Deporte, desconoce nuestra historia. Por ejemplo, que Carrillo ya se presentó en la rueda de prensa de la legalización del PCE delante de una bandera rojigualda.

Las miradas límpidas tanto al pasado de nuestra milagrosa Transición como al futuro de un proyecto común nos conducen a la misma conclusión: no enterremos nuestra bandera, no nos avergoncemos de formar esta nación. Sólo así podremos maravillarnos de aquellos goles que meteremos lejos de los estadios de fútbol.

(LA GACETA, 09/07/10

¿Quién va a reventar?

Esperanza Aguirre se encuentra en una encrucijada. Debe decidir ya (si todavía no lo ha hecho) si cede al chantaje de los huelguistas del Metro y apuesta por la realpolitik o mantiene sus principios hasta el final. A cualquier coste. Lo que esta semana hemos sufrido bajo nuestro suelo es sólo un anticipo de la pesadilla que se nos echa encima la próxima. La asamblea de trabajadores (todos liberados sindicales) anunciará el lunes que sólo mantendrán los servicios mínimos si la Comunidad de Madrid retira los 400 expedientes que ha abierto a los empleados que no han cumplido esos servicios. Es decir, a los exaltados que han puesto en jaque a cientos de miles de currantes por saltarse la ley.

Los sindicatos han pasado de defender una huelga a apoyar un paro sin servicios mínimos. Han trasladado el debate. Ya no discutimos si esta protesta por recortar un 2% los sueldos con esta crisis es moralmente aceptable, sino si se justifica el "vamos a reventar Madrid". Toxo y Méndez, abandonados a su suerte por Zetapé, apoyan este bloqueo que deja tirados a dos millones de trabajadores de esos que dicen defender. Ven imprescindible que se cumpla la ley que permite que los españoles paguemos 1.600 millones de euros al año para que 57.000 amiguetes vivan a cuerpo de rey con la pegatina de liberado, pero no la que nos garantiza unos mínimos a los contribuyentes. Los madrileños, hartos, empiezan a recordar cómo en 1976, ante la misma situación, los militares cubrieron los servicios mínimos. Pero Méndez y Toxo, mientras esperan que se pare el calendario antes de su edulcorada huelga de septiembre, confían en seguir mostrándose ante los suyos como caballeros. Y para eso deben derrotar a su monstruo neoliberal. Ya fracasaron con su última marchita, pero no acaban de leer a Girardin: Exagerar la propia fuerza significa descubrir la propia debilidad.

(LA GACETA, 02/07/10)

Zapatero, 2 – España, 0

El gran problema de nuestros tiempos estriba en la obsesión de la clase política por actuar basada en los parámetros futbolísticos. Sólo hay un objetivo: ganar. En este caso, las elecciones. ¿Para qué? Para levantar la Copa de la Liga de las Urnas durante cuatro años en el Parlamento. Y si se puede batir un récord de permanencia, como el de Zubi en la selección o González en La Moncloa, pues mejor. Los goles no se marcan para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sino para ganar al de enfrente. No importa si es de penalti en el último minuto, como la aprobación de los presupuestos. Es gol. Y hay que celebrarlo visualmente, que la retina en este siglo se ha convertido en el alma de la memoria. Quién va a olvidar el delirio en Colón cuando la selección se trajo en la maleta la gloria de la Eurocopa.

Si al gobernante todo le sale mal, siempre le quedarán las excusas de mal pagador que escuchamos a los místers: que si el tiempo no sonrió (en este caso, el cronológico, que ha coincidido con una crisis), que si el rival basó su juego en la especulación (críticas a la ambigüedad y el juego sucio de la oposición), que si el vestuario no está unido (con la espantá de los sindicatos), que si el árbitro nos perjudicó (el electorado no ha entendido nuestra brillante gestión)… O que si la política, como sentenció Lineker acerca del fútbol, es un deporte en el que juegan 11(o 27) y en el que siempre gana Alemania.

Esta noche nos lo jugamos todo a una carta: Chile. Si no ganamos, no merecemos siquiera soñar con el Mundial. Lo de Austria habrá sido un espejismo, como lo fue la solvencia del hombre que izó en 2004 la bandera del cambio. Tanto con unos como con el otro podremos recurrir a la clásica sonrisa del ciudadano español noqueado sin descanso por la desilusión. Jugamos como nunca. Perdimos como siempre.

(LA GACETA 25/06/10

La cárcel de tela

Tal vez haya sido porque nos gobiernan a golpe de globo sonda. Tal vez para meter al crucifijo en el mismo saco. El hecho es que, fíjense, esta vez el Ejecutivo ha acertado al limitar el burka y el niqab en los espacios públicos, dentro su Ley de libertad religiosa, a pesar de que Montilla no lo veía prioritario. Aunque las urgencias de este lumbrera en crisis sólo pasan por derribar el Constitucional (que no le acaba de fallar bien) y acabar con los toros, una sola mujer atrapada en su burka ya justifica esta medida en un país con garantías. Porque esa cárcel de tela nos muestra con toda su crudeza el papel en el que el Corán deja a las mujeres.

"Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres, en virtud de la preferencia que Dios les ha otorgado sobre ellas, y a causa de los gastos que causa su mantenimiento. Las mujeres virtuosas son piadosas y preservan en secreto lo que Dios preserva. Amonestad a aquellas cuya infidelidad sospechéis; encerradlas en habitaciones apartadas y golpeadlas" (Sura IV, 34). "¡Oh, profeta, di a tus esposas, a tus hijas, a las mujeres de los creyentes, de echar sobre ellas sus grandes velos; medio seguro para que sean reconocidas y para huir de toda ofensa" (Sura XXXIII, 59). "Di a las creyentes que bajen la mirada, que sean castas, que no muestren sus adornos, salvo en lo que sobresale, que echen el velo sobre los escotes de sus vestidos. Ellas sólo dejarán ver sus encantos a su marido a sus hijos, a su padre, suegro, hijo, hijastro, sobrinos... a las mujeres de su comunidad, a sus cautivos, a sus esclavos varones incapaces de realizar el acto sexual, o a muchachos impúberes" (Sura XXIV, 31).

Los ciudadanos en Occidente somos iguales ante la ley. Por encima de nuestras creencias individuales. La tolerancia con los intolerantes sólo nos devolverá a los tiempos en los que la libertad no era un derecho para todos.

(LA GACETA, 18/06/10)

Ni fuerza ni honor

Vis et honor. El grito de ánimo entre los legionarios romanos de Máximo Décimo Meridio que hizo popular la película de Ridley Scott y Zapatero imitó en esos tiempos en los que se dedicaba a su especialidad (hacer oposición) define lo que en tiempos de Roma se consideraban las virtudes máximas. Aunque todavía faltaban unos siglos para que surgieran las primeras Trade Unions que tanto hicieron por los trabajadores, nadie podrá negar que, allá por los años 80, los míticos Nicolás Redondo y Marcelino Camacho podían presumir de estas cualidades.

Ni una de esas dos virtudes le queda a UGT y CC.OO., víctimas del avance de los tiempos y de su falta de astucia para rebelarse contra el abrazo del oso zapateril. La soledad de las pancartas de esta semana confirma que la fuerza se les ha ido como las burbujas de La Casera. Los sindicatos hoy apenas representan a sus afiliados. Agonizantes y aferrados al sector público con tanto ahínco como el que se agarra a otro tiempo, saben que no tienen más recorrido que el de un lobby marxista subordinado a un dirigente con carné ugetista que les ha traicionado (sí, también a ellos).

La RAE define el honor como una cualidad moral que lleva al cumplimiento de los deberes. Su negativa a flexibilizar el mercado y el silencio cómplice con Zetapé ante el dramático crecimiento del paro les ha dado la puntilla. En los últimos meses, hasta los desempleados más ideologizados habían dejado de sentirse representados por este mercadillo de prebendas entre amiguetes a cargo de los presupuestos. Pero el desastre de la movilización ha puesto de manifiesto que Méndez y Toxo ya no representan ni a los funcionarios, caladero de su mítica fuerza. La ceguera de sus dirigentes les ha impedido trazar el único camino que llevaría al siglo XXI a unas organizaciones de favores que han terminado de fosilizarse con un presidente hermano.

(LA GACETA, 11/06/10)

Así es muy difícil

Decía Montanelli que el periodismo no es un trabajo. O es una misión o no es nada. Esta misión de contar las cosas y analizarlas basados en hechos y no en sentimientos alcanza su máxima cota de dificultad cuando el eterno conflicto palestino-israelí vuelve a las portadas. Una buena parte de españoles, hipnotizados con mitos recitados desde la izquierda, aparecen siempre a la vanguardia de la defensa de la causa palestina. Seguro que ya se conocen el argumento: la bestia judía lidera un nuevo holocausto, frente a unos árabes hambrientos que sólo recurren a la fuerza para sobrevivir. Cualquier desapasionado que se moleste en buscar los datos desmontará esta falacia punto por punto. Frente a ellos, sólo unos pocos defienden el derecho a existir de una diminuta isla de democracia, forjada con la muerte de miles de compatriotas, que sabe que sólo seguirá sobreviviendo entre tiranías teocráticas si no cede ni un milímetro del camino avanzado.

La defensa de este estado moderno entre países de otra época no debe nublarnos el juicio ante la barbaridad de esta semana. No hay duda de que la flotilla, más de Hamás que de la libertad, buscaba provocar a los israelíes. Sabían que los judíos no se pueden permitir una excepción al embargo y rechazaron desembarcar en otro puerto ese cebo en forma de ayuda humanitaria porque su objetivo consistía en mostrar a todo el planeta la imagen del monstruo que despierta enfurecido. Aquí Israel ya había perdido la batalla de la propaganda. La otra batalla, la de la razón, la perdió horas después, con una masacre inaceptable durante su ataque preventivo en aguas internacionales. Como el cabezazo de Zidane a Materazzi, pero con cadáveres. Los métodos de la que nos retratan como una bestia de siete cabezas han desacreditado sus fines esta vez. Y las primeras víctimas de esa chapuza de aficionadillos son ellos mismos.

(LA GACETA, 04/06/10)

Ahora se bajan el sueldo

La impostura de la gestión política de la crisis en España hace cada vez más visible la diferencia entre los políticos que tenemos y los hombres de Estado por los que suspiramos. Horas antes de que un partido socialista defendiese en el Congreso un sablazo tipo Kill Bill a los pensionistas, los diputados decidían recortarse el sueldo para dar ejemplo. Cualquier despistado que les escuche podría pensar que la crisis acaba de comenzar y que no lleva dos años comiéndose a diario el trabajo de más de cuatro millones de personas. Pero ahí están. Los líderes que, siempre dos pasos por delante, deberían guiarnos por el sendero que nos saque de la crisis se inventan un guiño de última hora para que ésta no les calcine. Es decir, para mantenerse en el sillón con la conciencia tranquila.

Uno no puede dejar de sentir cierta envidia cuando ve a los ingleses respirar la brisa fresca de un nuevo Gobierno que no se anda por las ramas: informa de la gravedad de la situación y saca la sierra eléctrica, pero no para podar los últimos años de millones de jubilados, sino sus propios lujos. Los ministros ya no tendrán un coche oficial las 24 horas del día. La iniciativa del novato Cameron me recuerda la del joven Aznar que nada más llegar a Valladolid, aquel lejano 1987, canceló las visas oro de sus consejeros. Dos ejemplos de austeridad que demuestran que, si así se puede gobernar, lo demás es aprovecharse del carguillo para representar al pueblo sin vivir como él.

Por muchos eslóganes de austeridad que Zetapé invente a última hora, nadie nos libra ya de sufrir en nuestros bolsillos su acreditada incompetencia para adelantarse a los problemas. Curiosamente, decía Moravia, los votantes nunca se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado. Seamos optimistas. Conocer el problema es el primer paso para solucionarlo.

(LA GACETA, 29/05/10)

A por el más débil

Los reyezuelos medievales huelen tanto la debilidad del vecino como los perros el miedo. Mohamed VI ha hecho a su primer ministro mover ficha para reclamar la propiedad de Ceuta, Melilla y de las islas vecinas. Asegura que éstas fueron expoliadas y aquellas ocupadas, en una muestra más de la manipulación alauí de la historia. Las dos ciudades nunca fueron marroquíes. Nunca. Pero el que no llora no mama, y éste es el momento de hacer un guiño a sus súbditos: con un presidente en caída libre que acaba de ceder espacio marítimo a Gibraltar sin despeinarse; con un líder socialista, partido amigo, que nunca olvidará cómo llegó al poder.

A perro flaco todo son pulgas, por muy solemne que se ponga. Ya escribió en el siglo XVI Amyot que el débil que habla fuerte se convierte en un ser ridículo. ¿Se imaginan hoy la reacción del clan ZP a una invasión como la de hace ocho años al islote de Perejil? Puedo ver a De la Vega, nerviosa, restando importancia a un trozo de tierra en el que sólo viven un puñado de ovejas, mientras Rubalcaba intenta tranquilizarnos con una frase vacía (en plan "El Gobierno hablará con sus viejos amigos marroquíes") y Moratinos se encomienda a San Obama para evitar otra Marcha Verde. Al final, Zetapé no tendría más remedio que rechazar la sandía ecopacifista de Chacón y sacar, al alba y con viento fuerte de ponente, a un Ejército que estaría echando humo, como todo el país. Otro giro copernicano más, como el de los derechos triturados de los trabajadores o el de la política antiterrorista, que con la agonía de ETA intenta salvar la peor legislatura de la democracia.

Mohamed VI invita a hablar de Ceuta y Melilla "dentro del marco de una visión de futuro". Gran error alauí si piensa que ZP mira el más allá. Su política de supervivencia no le deja ver ni siquiera lo que se le avecina la próxima semana. A él y a nosotros.

(LA GACETA, 21/05/10)

Dos hombres y un destino

Ante nosotros las dos caras de la misma moneda, del mismo doblón de piratas. Uno ha incumplido su misión al no tomar ninguna decisión para mantenerse en el poder. El otro ha fallado en su labor al tomar decisiones que no le correspondían para mantenerse bajo los focos. Uno se creía el dueño de los poderes Ejecutivo y Legislativo. El otro se había tragado que era el sheriff de la Justicia. Los dos ya saben que su coche, siguiendo al de Thelma y Louise, ha corrido sin mirar atrás hacia el final del camino. Ya sólo queda el precipicio.

Ante nosotros las dos caras de la misma moneda, más falsa que un duro de madera. Uno ha despertado del sueño en el que se codeaba de igual a igual con Sarkozy, Merkel… y el Mesías Obama. Otro ha dejado de imaginar que juzgaba al fantasma de Franco. Unos artistas, si nos creemos eso de Maurois de que todo arte estriba en aproximar la realidad al sueño. La realidad, tozuda, demuestra que una semana después de prometer lo contrario, Zetapé ha ejecutado el mayor recorte en la historia del Estado de bienestar, o del bienestar del Estado, que diría Rodríguez Braun. Y ahí está, sin pestañear. Ni ha pensado en volverse a León. Y Garzón verá hoy cómo el CGPJ le suspende cautelarmente. Esta vez no le libra ni la Corte Penal Internacional. Puede volver a sus clases de NY.

El viaje ha terminado. Alejados de la épica western de Newman y Redford, no dejan de ser dos hombres unidos por un destino, el abismo, al que han llegado engañados por dos íntimas convicciones: la seguridad mesiánica de que el cielo les pertenece y una fe hiperbólica en que, como pensaba Cela, el que resiste gana. Pero no son el único presidente ni el único juez. Siempre hay alguien por encima. Siempre hay alguien golpeando tu techo para comunicarte que tu hora ha pasado. Que la fiesta se acabó. Aunque esta vez recogeremos nosotros los desechos.

LA GACETA (14/05/10)

Dos aromas para una crisis

Things can only get better decía una pegadiza canción que se escuchaba a todo volumen por los altavoces. Ni los gritos de euforia podían tapar ese mensaje compartido por todos: las cosas sólo pueden mejorar. No hablamos de los simpatizantes del conservador Cameron anoche. Hablamos de los del laborista Blair hace hoy trece años y cinco días. El destino me dejó vivir aquel momento: el final de un tatcherismo agotado cuyo epílogo había escrito Major. Lo mismo que ha hecho Brown con la era Blair. Los británicos quieren pasar página.

La ley del cambio, dejó escrito Burke, es la más poderosa ley de la naturaleza. Los proyectos no pueden durar eternamente y el ciudadano sabe cuando su gobernante deja de oler a fresco; cuando se le acabaron las ideas; cuando es arrastrado por la corriente. Cuando se ha rendido. Sucede en las islas y aquí. Con Suárez, González… y, en cierto modo, con Aznar. Ese aroma a podredumbre que flota en el ambiente es el que volvemos a oler en España. Con un presidente adelgazado y ojeroso. Avejentado y con un rictus grave y solemne que recuerda al de otro gobernante en sus últimos meses. ZP, noqueado por sus clamorosos errores de vaticinio y paralizado por las falacias marxistas del Sumo Pontífice Cándido Méndez, está pidiendo un recambio. Así es como lo hacen los políticos. No levantan la mano. Sólo cruzan los brazos y esperan. A ver si las urnas les redimen de sus pecados para aguantar otros cuatro años, que de eso se trata.

Los británicos sueñan con haber encontrado lo que creen un oasis en el desierto de la crisis. Y la ilusión mueve montañas. Los españoles, mientras, languidecemos en las áridas dunas de esta terrible recesión. A metros de la tragedia griega. Aguantar así es apostarlo todo a una carta. La del milagro. Nunca olvidemos a Lampedusa. Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie.

(LA GACETA, 07/05/10)

El humo no tapa todo

Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que tú eres

(Maquiavelo)

La superficialidad de la foto facilona y el engaño del guiño electoralista tienen su límite. Y en España lo hemos alcanzado. La creciente desconfianza en nuestra economía (Standard & Poors lo certifica) y la subida sin freno del paro deberían desacreditar ad aeternum a aquél que ya ha dicho once veces con solemnidad que hemos tocado suelo. Los votantes socialistas de toda la vida, los jóvenes de izquierdas que le vieron como un soplo de aire en nuestra democracia asumen que eligieron a la persona equivocada y se plantean qué harán en las próximas elecciones. ¿Votar a UPD? ¿Quedarse en casa? ¿O meter la misma papeleta que en 2004 y 2008, esta vez con la nariz tapada?

Insert coin. Zetaparo no tiene crédito. Sólo se lo dan votantes tan ideologizados que han perdido la percepción de la realidad. Los mismos que achacan todos los males del planeta al binomio Bush-Aznar y al neoliberalismo salvaje que amenaza con comernos a todos, mientras recitan el argumentario del vicepresidente de facto Cándido Méndez para rechazar un nuevo contrato que frene el paro. Pero ése no es el camino, como demuestran Merkel, Sarkozy… y Cameron.

Sólo el voto útil de los que ayer apoyaban a la hoy Izquierda Hundida y de algunos nacionalistas permite al PSOE tener más diputados que el resto, aun habiendo perdido el centro. Porque el millón de centristas decide basado en razones, en hechos, y la izquierda más sectaria (o la más ignorante) se limita a escoger entre dos opciones a las que adjudica valores tan absolutos como falsificados: izquierda/derecha, pobres/ricos, generosidad/egoísmo, juventud/vejez, democracia/franquismo... Esa estrategia hinchó durante años el globo sobre el que ZP dormitaba tranquilo. Hasta que las alarmas del paro y la solvencia se han convertido en aguja.

(LA GACETA, 30/04/10)

No verlo

No acaba ni de empezar. El caso Najwa es la punta del iceberg que ya provocó en 2002 un naufragio escolar en Francia, hasta que los conservadores y los socialistas se armaron de valentía. Aquí, en España, el Gobierno prefiere ponerse de perfil en este debate que no da votos. Sus gurús creen, además, que esta España aconfesional se convertirá en laicista con sólo asediar a los católicos y sacar su cruz de las aulas. Ignoran que el verdadero desafío de Occidente consiste en convivir, sin renunciar a nuestras raíces, con un Islam que se extiende por las entrañas de nuestro continente.

En una sociedad libre, cada ciudadano elige su vida en la intimidad. Incluso si quiere convertirse en esclavo de otro y dormir atado a la pata de su cama. Desnudo, con pijama a rayas o con burka. En los lugares públicos, la cosa cambia. Y el velo islámico no es sólo una prenda, sino un símbolo musulmán de sumisión: quien lo lleva es propiedad de un hombre. Permitir su uso en los colegios o las universidades (ni Turquía lo acepta), no es progresista, sino reaccionario. Da carta verde a la desigualdad entre sexos. A la opresión.

Aunque ha tenido lugar en Pozuelo de Alarcón, es desde Marruecos desde donde se ha propagado la gesta de Najwa, la joven que ha decidido ponerse el velo a seis meses de terminar su educación obligatoria. Sus profesores denuncian las presiones de la comunidad islámica, que no entiende eso de la libertad del Consejo Escolar para decidir. ¿Es una ofensiva islámica? Lo sea o no, no habrá ni velos ni kipás ni gorras del Madrid ni mantillas españolas con peineta. El Instituto de Pozuelo se ha cerrado en banda a que una adolescente cambie el art. 32 de su reglamento. La democracia garantiza los derechos de todos. Y no hay mayor discriminación que dejar de aplicar las reglas a determinados ciudadanos sólo porque las desprecian. El desafío ha comenzado.

(LA GACETA, 23/04/10

Una rosa blanca para Garzón

La rosa blanca Pilar Bardem se ha vuelto a quitar la careta para defender a quien representa su rostro en la Justicia: "Es lo más grave que ha pasado en la democracia desde el 23-F". Y los del cordón sanitario (Almodóvar, Botto, Sacristán…), callados. Silencio total. ¿Y los asesinatos de ETA? ¿Y el mayor atentado de la historia de Europa, el 11-M? Ni un murmullo. Pecata minuta.

Pilar, que es más de dialogar con los proetarras que con los conservadores, se ha convertido con mérito en una de las abanderadas de los hombres y mujeres de la cultura. Se ve como un Don Quijote guardián de las esencias de otros tiempos. Pero, asumiendo la falacia de que ser actor implica determinada formación intelectual, estoy con Cervantes: "del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio". Le ha podido la rabia de ver acorralado a su juez, GarZón, el del Premio Nobel de la Pazzz, la cejita de la Audiencia Nacional. No acabo de entender a qué dedica el tiempo libre, que cantaría Perales. ¿Qué lee la chica de la cultura? Desde luego, del filósofo de la libertad Locke y su check & balance, ni una palabra. Y de su continuador como teórico de la democracia Montesquieu, cero Zapatero.

El revuelo de Garzón, sólo porque va a ser juzgado, ha puesto a cada uno en su sitio. Los verdaderos demócratas o siguen creyendo al juez estrella estrellado por sus acusaciones de prevaricación o se tragan la decepción y dejan funcionar al sistema. Los demócratas de boquilla (esos de una u otra ideología, pero totalitarios al final) no logran asumir que su deseo en ocasiones está reñido con la razón. "Hay que hacer otra Transición" espetó la Bardem al anunciar un encierro que luego suspendió, que ya es vagancia. Temo que esa Transición con la que sueña nos llevaría a otra España partida en dos, en el duelo a garrotazos que dibujó Goya.

(LA GACETA 16/04/10)

Dos varas de medir

Ser honrado tal como anda el mundo equivale a ser un hombre escogido entre diez mil. La sentencia de Shakespeare hace cuatro siglos se mantiene hoy intacta, pero cualquier análisis político mesurado nos llevará a concluir que en democracia ese hombre escogido (votado) debe caracterizarse por unos ciertos valores. Y uno de ellos, la honradez. El rifirrafe de esta semana (¿deben dimitir aquellos que vayan a ser juzgados?) supera por una vez la pobreza intelectual del pim-pam-pum para convertirse en una reflexión filosófica. En un país libre, nadie es culpable hasta que no se demuestra lo contrario; es decir, hasta que la Justicia habla. Pero, por otro lado, el partido o institución que no cumple la máxima de la mujer del César corre el riesgo de mancharse tapando las suciedades de otros.

En el centro del huracán, dos hombres. Uno supuestamente se aprovechó de su cargo en un partido para forrarse. El otro supuestamente se aprovechó de su cargo en la Justicia para tomar decisiones que sabía que no le correspondían a él. Llama la atención lo que ha tardado Rajoy en defenestrar a Bárcenas. El PP, después de justificar hasta ayer que tenía sus tiempos, ha tenido que acelerarlos. No podían éstos ir más lentos que los de su electorado, que se preguntaba si el buen rollito con el sospechoso era a cambio de algo.

También rechina la postura del Gobierno y sus grupos mediáticos afines. Critican a Rajoy por su demora en quitarse de en medio al ex tesorero, pero defienden la presunción de inocencia de Garzón para que siga en la Audiencia. No sólo eso. Aseguran que el juez es víctima de una de sus cacerías por investigar el franquismo (y no por prevaricar para hacerlo) y consideran preocupante que el Supremo dé la razón a Manos Limpias, tachados de falangistas. Olvidan que para la Justicia lo relevante son los argumentos de las partes y no el currículum de éstos.

(LA GACETA, 09/04/10)

El calvario de 2010

Jesús tiene 33 años, dos hijos, una mujer que también está en paro y una preocupación que le devora por dentro: cómo llegar a fin de mes. Acostumbrado a no perderse la Semana Santa sevillana, hoy vibrará con el Cristo de Medinaceli, sin salir de su ciudad. Sin gastarse un euro. Poco importa el paso. Lo que le desasosiega es la razón de ese paso atrás. La razón de que cada vistazo a su cuenta corriente se convierta en un latigazo en la espalda. Imágenes sólo quiere ver una: la del pasado convertido en presente.

Jesús heredó un taller de carpintería boyante. Y lo que su padre tardó décadas en construir se ha venido abajo en un santiamén, con el incendio de la crisis. Nunca imaginó que este Viernes Santo se convertiría en un penitente y viviría su Vía Crucis, mientras veía escaparse de vacaciones, primero, a los sumos sacerdotes y, luego, al sanedrín de asesores, palmeros y supuestos representantes de los trabajadores. Él sabe que Caifás and company no le van a bajar de la cruz del desempleo a la que han clavado a tantos miles de compatriotas, pero un poquito de elegancia les obligaría a quedarse trabajando para ayudar a solventar la situación que han creado de brazos cruzados.

Como Jesús, casi cinco millones de españoles viven esta Semana Santa su calvario particular. El del reloj parado, la rabia contenida, la esperanza en extinción, la amargura a flor de piel, el orgullo por los suelos y la vida en agonía. Porque al sinvivir de pensar cómo sacar adelante a los suyos y qué pudo haber hecho mejor, este carpintero sin madera sufre la frustración de no sentirse útil para la sociedad; de haber pasado a ser un cero a la izquierda. Mientras sueña con resucitar su vida anterior, va asumiendo el golpe. Lo saben algunos de sus amigos, por si pueden ayudarle, y unos pocos familiares. Del resto, nadie. Esta vez, como tantas otras, la procesión va por dentro.

(LA GACETA, 02/04/10)

Dime con quién andas

Aunque va extinguiéndose la especie dirigente que hace política con las vísceras más que con la cabeza, el instinto intelectual de nuestro presidente nos ha acabado introduciendo en la cuchi-pandi de las últimas basuras humanas de nuestra época: los hermanos dictadores y su fiel profeta, el gorilón rojo. Sólo ahora, seis añitos después de sumergir a España en el turbio charco en el que chapotean los vestigios del totalitarismo comunista, empezamos a entender lo que Choderlos de Laclos nos dejó escrito hace un par de siglos en "Las amistades peligrosas".

La república bananera de Venezuela no quiere justificar por qué se ha convertido en paraíso etarra. Por qué recibe a los terroristas haciéndoles la ola con un collar de flores y la pulsera del todo incluido, como en un resort del Caribe. "No tengo que dar ninguna explicación a Zapatero", responde ofensivamente el infame telepredicador a un Moratinos que casi le pide perdón ("No tenemos nada que ver") con la misma mano blanda que estrecha al régimen cubano. El último desprecio del golpista bolivariano tampoco ha despertado a ZP de ese sueño de Willys Toledos anestesiados por la ideología hasta la inhumanidad.

Una desintoxicación en un pueblito de Soria les llevaría a entender que sus utopías han derivado en regímenes de terror y que dar palmaditas a sus líderes les hace cómplices de esos crímenes y verdugos de los futuros mártires que sólo aspiran a vivir como nosotros: en libertad. Que un actorcillo animalario caiga en esa indecencia, por mucho barniz intelectual que quiera dársele, sólo es una muestra de lo que uno puede encontrarse por las alcantarillas. Me preocupa más que se trague esa cruel falacia un presidente con más de 600 asesores. Porque, como decía el filósofo Gioberti, los mayores enemigos de la libertad no son aquellos que la oprimen, sino los que la ensucian.

(LA GACETA,05/03/10)

Garzón no lee a Cicerón

Cohecho y prevaricación. El juez que veía amanecer ya siente cómo la noche ha llegado. Los rayos solares de la mañana a los que se refería Pilar Urbano en su biografía no le han iluminado lo suficiente. La estrella del juez estrella se apaga, mientras el magistrado se estrella. Los sumarios de los casos instruidos nunca aprovechan tanto como las clásicas tragedias griegas. Otra vez un gran hombre, de talento y capacidad de trabajo incuestionables, lo pierde todo, víctima de la hibris: la desmesura, la confianza exagerada en uno mismo, la pasión tan desbocada que acaba con la vida del propio protagonista.

La caída de Garzón no deja de provocar un sabor amargo a los que hace años admiramos su determinación de acabar con ETA con la ley en la mano. Le acusaban de resolver su trabajo a golpe de Telediario, pero un moderado deseo de protagonismo siempre ha ido ligado al progreso de la Humanidad. Su paso por la política felipista, a pesar de los flashes, descubrió su parte más oscura. su ansia de poder. La misma que le llevó a investigar los crímenes del GAL que ignoró antes de convertirse en alto cargo. La mismo que, Pinochets aparte, le hizo pisar el freno de las detenciones a etarras cuando el Gobierno negociaba con la banda.

Lo dejó escrito Cicerón: Para ser libres hay que ser esclavos de la Ley. Pero nuestro juez, jaleado por los que sueñan con el pasado de la II República, se cegó. Y llegó el finde de montería con el cazador cazado Bermejo; y el dinerito de sus cursos en Nueva York, mientras cobraba de la Audiencia; y la investigación sobre los crímenes del franquismo con la que se saltó las leyes de amnistía aprobadas en la democracia. Garzón lleva años topándose de frente a diario con la efigie de la Justicia. Tal vez hasta ahora no haya comprendido su significado. Ni ésta lleva la balanza para pesar monedas ni se ha vendado los ojos para ignorar cómo su hijo más mediático se aprovecha de su cargo.

(LA GACETA, 12/02/10)

Oración para un milagro

Hace trece meses le preguntaron a Corbacho en RNE si el paro había tocado techo. Con la solemnidad del que se tira por la ventana, respondió "no llegaremos a los cuatro millones de ninguna manera". Lo han logrado. Tal vez un laicista confeso como Zetaparo haya aprovechado su Desayuno de Oración para gastarse el último cartucho de la legislatura: un milagro. Sólo así puede salvar los muebles, después de años caminando a ciegas y con orejeras por un sendero económico que sólo llevaba al drama. "Ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso hacia adelante", aseguran que dijo el dictador Pinochet en 1973.

Su estrechez de miras llamaba la atención. Todas las voces que pidieron una reforma en el mercado laboral (desde expertos hasta compañeros del PSOE como MAFO) fueron acusados de querer mermar los derechos de los trabajadores. "El que resiste gana", pensaba el presidente, recordando cómo la ‘estrategia Cela’ le había funcionado con la política antiterrorista, inmigratoria, exterior, autonómica… Pero lo que creía una manchita más se ha convertido en un tumor de cuatro kilos con tantas metástasis que sólo queda mirar al cielo. El diagnóstico se lo dieron en Davos, cuando los gurús económicos le sentaron entre Letonia y Grecia para leerle la cartilla. Les pidió "fe en España" (dos términos a los que no suele apelar) y corrió a intentar quitarse los tumores a machetazos. ¿Y los derechos de los trabajadores? Nadie apoyó su improvisada mutilación. Ni los sindicatos, que nunca habían vivido tan bien.

Que no se engañe. Obama no es como él, aunque hayan nacido un 4 de agosto, jueguen al basket y dominen el marketing. Su ídolo sabe que vivir volcado en los gestos es pan para hoy y hambre para mañana. "No podemos estar siempre en campaña", reconoció el otro día ante el Congreso. Pero ZP dormía. Una noche más en La Moncloa.

(LA GACETA, 05/02/10

El ‘síndrome Nimby’

La política le ha dado una lección esta semana a la Política. Han tenido que ser tres alcaldes, en su lucha por lograr lo mejor para sus municipios, los que se han puesto los tapones en plan Ulises para que los cantos de sus sirenas no les tirasen por la borda. Tres regidores valientes se han salido del gris carrilete de los mediocres, sabiendo que sigue en vigor la ley Guerra de que el que se mueve no sale en la foto del próximo cartel electoral. Audaces fortuna iuvat. En Yebra, en Ascó y en Villar de las Cañas quieren albergar el cementerio nuclear. Estos tres alcaldes no necesitan utilizar el acrónimo ATC para maquillar la realidad porque no tienen nada que ocultar. Saben que el almacén nuclear será lo que reactive su economía y les lleve trabajo y riqueza.

Frente a ellos, los líderes políticos, cuyos planteamientos dejan una fuga intelectual mayor que la de Chernóbil. Igual da aquí PSOE, PP o CiU. Nuestros líderes se muestran aquejados del ‘síndrome Nimby’. Not in my back yard. Montilla no quiere en su patio trasero el cementerio que impulsó como ministro de Industria. Su compañero de partido castellano-manchego Barreda amenaza incluso con ir al Constitucional que medita sobre el Estatut, que es como embarrar el almacén. Y el PP, que defiende la energía nuclear, estudia sancionar a los dos alcaldes que cumplen su programa electoral. Tirios y troyanos escurren el bulto, acogiéndose a "cuotas de solidaridad nuclear".

Pero, ¿no era esto bueno? ¿Debe primar en un partido la coherencia o los votos? ¿Deben los políticos mantener sus ideas aunque puedan perder apoyos o debe ser su fin gobernar y ya iremos viendo? ¿Alguno ha leído al presidente de la Primera República Pi y Maragall? Dejó escrito hace más de un siglo: Las convicciones políticas son como la virginidad. Una vez perdidas, no vuelven a recobrarse.

(LA GACETA, 29/01/10)

El ejemplo de Mr. Robinson

La canción de Simon & Gurfunkel convertida en realidad nos aporta ideas para nuestros políticos. El marido de Mrs. Robinson, la dama desenfrenada sexualmente que se benefició a un carnicero de Belfast y a su hijo imberbe hasta que éste quedó físicamente destrozado, ha renunciado a su cargo, pero sólo durante seis semanas. Una dimisión con fecha de caducidad viene a igualar a una chica de dieciséis años "sólo un poco embarazada" o a la secretaria de un jefe mío que esquivaba los marrones así: "No puede atenderte. Está muy reunido".

La nueva modalidad de cese puesta de moda por el primer ministro de Irlanda del Norte se ha convertido en la versión política de la suspensión temporal en hockey. El jugador sancionado se va unos minutos al banquillo y deja a su equipo con uno menos. Aquí, en España, a José Blanco ya le habrían mandado a casita al menos una semanita por airear y criticar los excesivos sueldos de los controladores aéreos que el mismo ministerio de Fomento pactó en el convenio colectivo. Carmen Chacón habría renunciado al cargo 48 horas para no tener que cumplir el protocolo en la pascua militar. A Rubalcaba le habrían enviado a cazar faisanes durante un mes con los experimentados Bermejo y Garzón. Bibiana Aído habría quedado destituida durante trece semanas; las mismas que tienen los fetos que para ella no son humanos. A González Sinde, que patina por la red pegando con el stick en las manos a los cibernautas, le hubieran tentado para que se tomase una temporadita de descanso con una nueva subvención para hacer otra película mediocre. Y los ministros económicos, que nos están saliendo caros, quedarían cesados hasta que el paro bajase a los niveles en los que estaba cuando llegaron.

¿Y Zapatero? Nunca renunciaría temporalmente. Sabe por las encuestas que los votantes socialistas no le dejarían volver.

(LA GACETA, 15/01/10)

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