LA CONJURA DE LOS NECIOS Y QUIZÁ ALGO MÁS......

" Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo "

Posando para RTVE, Antena3 y  ultimamente , también para Tele5

PUBLICADO EN EL MUNDO 04.09.06

EMILIO SUÁREZ TRASHORRAS / Imputado como proveedor de los explosivos del 11-M

«Me ofrecí a ser el coche lanzadera y se me dijo que no, que estaba todo bajo control»

Lleva dos años y medio en el centro penitenciario de Alcalá Meco acusado de haber robado y entregado a los autores materiales los explosivos utilizados en los atentados del 11-M. Se enfrenta a una posible condena de más de 3.000 años. En una entrevista exclusiva cuenta una versión muy diferente de lo que sucedió.

FERNANDO MÚGICA

MADRID.-
Emilio Suárez Trashorras declaró ante el juez que él había visto gran cantidad de explosivos en el maletero de un coche aparcado en la Travesía de la Vidriera de Avilés en la madrugada del 29 de febrero de 2004. Jamal Ahmidan y otros dos marroquíes, que se suicidaron en un piso de Leganés junto al resto de los autores materiales de la masacre del 11-M, habían viajado desde Madrid en ése y en otro vehículo.

Según la versión oficial de los hechos, fue Trashorras quien robó esos explosivos en una mina asturiana, Mina Conchita, en la que había trabajado intermitentemente hasta diciembre de 2002. Fue él, a su vez, quien proporcionó dichos explosivos a los marroquíes.

Por eso, está considerado como uno de los principales implicados en la matanza y la fiscal pide para él una condena de más de 3.000 años.

Desde el primer momento se filtró a los medios de comunicación un dato inquietante. Emilio Suárez Trashorras era confidente del inspector responsable de estupefacientes en la Comisaría de Avilés, Manuel García Rodríguez, Manolón.

La declaración de un menor, al que llamaban El Gitanillo, vecino y amigo de Trashorras, fue definitiva para incriminarle. Dijo ante el juez que Emilio había acompañado a los marroquíes hasta la mina en la tarde del 28 de febrero para indicarles dónde podían recoger los explosivos, además de tornillos y clavos.

También contó que había hecho un viaje a Madrid en autobús de línea para llevar una bolsa muy pesada en la que, según le había dicho otro joven del barrio, Iván Granados, había transportado explosivos para los marroquíes por encargo de Trashorras. En concreto fueron tres los viajes de los muchachos, que aceptaron llevar ese tipo de bolsas a Madrid, en enero y febrero de 2004, en autobuses de línea.

Suárez Trashorras, al que detuvieron tan sólo seis días después del 11-M, quiso rectificar ante el juez su primera declaración. Contó que él no había visto explosivos aquella noche, que lo que transportaron en autobuses a Madrid fue droga y que todo lo que dijo en su primera versión era por encargo de la Policía, para la que trabajaba desde el 2001. Ya no le creyeron.

Emilio confesó, inútilmente, que su primera versión la hizo convencido de que formaba parte de un programa de testigos protegidos y de que iba a obtener beneficios del pacto con la Policía para implicar a Jamal Ahmidan. Cuando pasaron las primeras semanas en prisión se dio cuenta, según asegura ahora, de que ese pacto no iba a cumplirse. Le habían utilizado, engañado y traicionado.

SILENCIO ROTO

Ahora ha roto definitivamente el silencio para contar su versión de lo que sucedió realmente. Lanza acusaciones gravísimas contra las Fuerzas de Seguridad. Dice que quisieron comprarle con un piso, con dinero y con inmunidad para la operación Pípol, un asunto de tráfico de drogas en el que se había visto implicado junto a su cuñado Antonio Toro. Además le habían prometido, siempre según su versión, que no le imputarían ningún cargo en relación con el 11-M y que él y su familia entrarían en el programa de protección de testigos.

En sus declaraciones, asegura que se infiltró en la banda de Jamal Ahmidan por indicación de la Policía. Que informó de cada detalle de su relación con los marroquíes y que proporcionó todos los datos para que pudieran ser detenidos. Insiste en que se ofreció para facilitar la captura de Jamal, para ir con un coche lanzadera en la famosa caravana del 29 de febrero, y en que reveló a la Policía, mucho antes del 11-M, el domicilio que tenía Jamal en Morata de Tajuña.

Ésta es la primera parte de la entrevista, obtenida por EL MUNDO en rigurosa exclusiva.

Pregunta.- Usted ahora se considera una víctima. ¿Por qué?

Respuesta.- Soy una víctima de un golpe de Estado que se ha tratado de encubrir detrás de las responsabilidades de un grupo de musulmanes y de los confidentes cuando estaba todo perfectamente controlado por los Cuerpos de Seguridad. Existen complicidades que el juez no está dispuesto a descubrir. Si no, deberían estar detenidos o imputados agentes de varios Cuerpos de Seguridad.

P.- ¿Pero entonces, por qué le dijo usted al juez que Jamal Ahmidan llevaba los explosivos en su coche, en la madrugada del 29 de febrero de 2004, en Avilés?

R.- Yo le dije al juez que Jamal Ahmidan, a quien conocía como Mowgli, llevaba los explosivos porque así me lo pidió la Policía desde que me trasladaron a comisaría el 17 de marzo de 2004. Me manifestaron que ya habían hablado con el juez sobre ello y que éste estaba bajo la dirección del Ministerio del Interior. Desde ese día fui amenazado y coaccionado para que declarase en ese sentido. Fui manipulado constantemente para que declarase que Mowgli llevaba los explosivos. En mi primera declaración tan sólo dije que los había visto en su coche. Era una forma de contemporizar con la versión pactada con la Policía sin implicarme.

P.- ¿Sospechó usted de Mowgli antes de ir a comisaría?

R.- Mis sospechas de que Mowgli tenía algo que ver con el 11-M comenzaron en la noche del 12 de marzo cuando desde la cadena Ser se aseguraba, con total fiabilidad, que un terrorista suicida iba en los trenes. Yo había recibido, a primeros de marzo, una extraña llamada de Mowgli desde Ibiza, en la que me decía que si no nos veíamos en este mundo nos veríamos en el cielo. Me pareció una cosa muy rara y, por supuesto, se lo comuniqué a Manolón, el inspector de estupefacientes de Avilés Manuel García Rodríguez, para el que trabajaba desde el año 2001.

Desde el día 5 de marzo, los teléfonos de Mowgli estaban todos apagados. Yo sabía además que a Rafá Zouhier, Rachid Aglif y Mowgli les había explotado un detonador mientras lo probaban. Así me lo habían dicho ellos mismos en la reunión que tuvimos en Carabanchel, a últimos del mes de octubre del año 2003.

Después de los atentados del 11-M, yo seguía el tema por la radio y la televisión. El día 13 de marzo por la mañana, el sábado, yo le comenté todas estas cosas por teléfono a Manolón. Por la noche vi que habían detenido a un moro en Lavapiés, a Jamal Zougam. Yo sabía que en ese barrio era muy conocido Mowgli y aumentaron mis sospechas.

P.- ¿Fue usted voluntariamente a declarar a comisaría?

R.- Fui a comisaría confiado. Manolón me dijo que simplemente quería que contara a otros policías que habían venido de Madrid lo que ya le había comentado a él. Pero enseguida, cuando comenzaron a interrogarme me di cuenta de que era una trampa. Desde el primer momento, en la comisaría de Avilés, empezó una negociación ofreciéndome todo tipo de cosas para que mantuviera ante el juez una versión que incriminara ante todo a el Tunecino y a Jamal Zougam, el marroquí que habían detenido. Fue más tarde cuando introdujeron a Mowgli en la versión que querían que yo diera.

TESTIGO PROTEGIDO

P.- ¿Cómo consiguieron convencerle?

R.- Empezaron por ofrecerme dinero, a lo que yo les contesté que no tenía necesidad de implicarme en un tema tan serio pues no me faltaba el dinero. Luego me ofrecieron una vivienda, a lo que respondí que hacía escasos años que mis padres me habían regalado una vivienda y un vehículo marca Mercedes. Por lo tanto, no tenía necesidad de nada de eso.

Entonces empezaron a decirme que yo trabajaba para ellos y que mi identidad no sería desvelada absolutamente para nada. Que había un programa de protección de testigos y que, por supuesto, no se formularía ningún cargo contra mí.

También me comunicaron que hablarían con la Fiscalía asturiana para que retirara los cargos por la operación Pípol. Esta última proposición era la que más me interesaba porque hacía escasos meses que había sido procesado por ese sumario. [El juicio saldrá en octubre próximo. Es un caso de tráfico de drogas en Asturias en el año 2001 por el que le piden 17 años].

Más tarde, me dijeron que desde el Ministerio del Interior habían hablado con el juez y que estaba de acuerdo con ese pacto. La realidad fue que, cuando llegué ante el juez, ya estaba todo preparado por la Policía para la fabricación del chivo expiatorio. Yo creí que era testigo protegido.

P.- ¿Por qué pensó usted que era testigo protegido?

R.- El juez me dijo textualmente: «Se entiende procedente la aplicación del sistema de protección vigente en España, garantizado en su caso, a través del trámite correspondiente con intervención del Ministerio Fiscal, la protección necesaria del imputado en este momento y de su esposa María Toro Castro». Y yo me lo creí.

Estuve las primeras 24 horas sin saber por qué estaba allí. Se me impidió contactar con mi abogado, el señor José Luis Suárez. En ningún momento se me permitió llamarle. Han violado todos mis derechos constitucionales. Me sentí secuestrado.

Fue la Policía la que me dijo en todo momento lo que debía decir ante el juez y lo que debía callar. Incluso querían redactar en la comisaría una declaración hecha a medida para incriminar a las personas que ellos querían. Llegaron a traer una abogada que yo rechacé. Me opuse a firmar la diligencia, tal y como consta en el sumario.

El día en que más me presionaron para que inculpara a Mowgli fue el 23 de marzo de 2004, cuando pasé a disposición judicial. Ese día fui visitado en los calabozos de comisaría por una multitud de agentes, en diversas ocasiones, con la única pretensión de que realizara una declaración a su gusto en la cual implicara a Mowgli.

Hay que tener en cuenta que durante todos los días que duraron los interrogatorios a mí no me dieron la medicación que debo tomar por mi enfermedad [Un cuadro de esquizofrenia por el que le dieron la invalidez laboral]. Declaré, como se puede comprobar por los informes psiquiátricos que me hicieron en prisión, presentando un cuadro delirante-alucinatorio. Desde mi ingreso en prisión me he mantenido, como puede leerse en los informes, con predominio de sintomatología deficitaria, ocasionalmente con alucinaciones auditivas y visuales, y con escasa comprensión vivencial, de larga evolución. Eso es lo que ponen los expertos. Durante los 10 primeros días desde mi detención no me dieron mis medicamentos.

P.- ¿Cuál es hoy su visión global de lo que sucedió el 11-M?

R.- El atentado del 11-M no ha sido más que una operación policial que se descontroló y se les fue de las manos a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Ésta es la única explicación coherente, a no ser que existan complicidades ocultas, al igual que ocurrió con el GAL.

No hay explicación alguna para que las policías de Avilés y de Oviedo no quisieran detener a Jamal Ahmidan cuando disponían de todos los datos de sus operaciones de narcotráfico. Conocían el origen de la droga, su destino, sus transportistas, tanto de Madrid hacia el norte peninsular como a la inversa. Tanto Sergio Alvarez, Juan Reiss como el Gitanillo (Gabriel Montoya Vidal) [Los tres jóvenes que presuntamente transportaron droga en bolsas en autobuses de línea regular desde Asturias a Madrid] estaban perfectamente identificados y controlados. Manolón conocía y controlaba cada uno de esos viajes. También se disponía de los coches que usaban los miembros de la banda de Mowgli y sus matrículas. La Policía tenía en su poder mucho antes del 11-M el Documento Nacional de Identidad con la fotografía de Jamal Ahmidan y el nombre falso que utilizaba en aquellas fechas.

VOTANTE DEL PP

P.- ¿Tenía usted alguna afinidad ideológica con los terroristas islámicos?

R.- Para ser colaborador de alguna organización terrorista hay que tener una cierta adhesión ideológica. Salta a la vista que no comparto ni la ideología, ni la religión, ni la cultura con ningún musulmán.

¿Por que iba a ayudar a los extremistas radicales musulmanes? ¿Por qué iba a querer perjudicar al PP, el partido en el Gobierno, cuando es sabido que yo siempre les he votado desde que soy mayor de edad? Yo estaba de acuerdo con el envío de tropas militares españolas a Irak. Jamás participaría en ningún tipo de acción que perjudicara al PP.

Se llegó a publicar que yo había invitado a mi boda [El 14 de febrero de 2004, en Avilés] a varios de los moros implicados en los atentados. Es totalmente falso. Se puede demostrar repasando el vídeo y las fotos de la boda. Por cierto, que ese material está en poder de la Policía y aún no se lo han devuelto a mi familia.

P.- ¿Se considera usted un confidente ocasional o algo más serio?

R.- La Policía tiene muy claro cómo es la forma de obtener informaciones de sus confidentes. Hay que iniciar el contacto con el grupo a seguir. Más tarde infiltrarse, hacerse pasar por uno de ellos, para que no le cueste la vida al confidente.

La forma de pagar esa información por parte de la Policía puede ser con favores, con dinero o con pago en especies. Por ejemplo, con droga. Nadie arriesga su vida gratis. La información tiene un precio y no es barato.

Ha quedado demostrado a lo largo del sumario que mi relación con Manolón iba mucho más lejos que la de un confidente cualquiera o una relación de simple vecindad o amistad. Es imposible justificar las más de 50 llamadas telefónicas [En un breve periodo de tiempo] entre ambos. Había días en que le llamaba ocho veces. Era para pasarle informaciones urgentes. A estas llamadas siempre le seguían las reuniones personales.

Manolón ha declarado que en el año 2003 se alejó de mí. Pues bien, fue en ese año cuando más relación tuve con él. Si alguien estaba en condiciones de hacer un perfecto seguimiento de mis actividades era Manolón, ya que disponía de todos los números de teléfono que yo manejaba. Era informado puntualmente cada vez que cambiaba uno de esos números. Sabía los coches que conducía, ya que nos veíamos todos los días. Conocía mi lugar de residencia. Que digan que me hicieron una investigación es una farsa pues quien me controlaba y me protegía no era otro que Manolón, el jefe de la brigada de estupefacientes de Avilés.

EXPLOSIVOS

P.- ¿Proporcionó usted explosivos en la noche del 28 de febrero de 2004 a Mowgli y sus amigos cuando fueron a Asturias?

R.- Durante el viaje de Jamal Ahmidan, Mowgli, y dos de sus amigos a Asturias a finales de febrero de 2004 yo no les proporcioné explosivos, ni vi explosivos en su coche. Declaré ante el juez que los había visto porque fue lo que me dijo la Policía que tenía que decir. Cuando rectifiqué más tarde ante el juez ya no me creyeron.

Es más. Desde el año 2002, fecha en que dejé la empresa Caolines de Merillés, no he estado en las instalaciones de Mina Conchita, ni con Mowgli ni con ninguna otra persona.

El Gitanillo ha declarado que fue él con los tres moros, en la noche del 28 de febrero, a las instalaciones de la mina y que yo no les acompañaba. Nadie ha podido aportar ni una sola prueba o vestigio de que yo me encontrara en esas instalaciones.

Por cierto, es llamativo que ni en los envoltorios de los cartuchos encontrados en el piso de Leganés ni en las bolsas de embalaje de la Goma 2 ni en los restos de explosivos hallados no se ha encontrado ni una sola huella de nadie relacionado con Mina Conchita. No existe ni una sola prueba concluyente al respecto.

A mí nadie me enseñó aquella noche dinamita, ni en el coche que llevaban los moros ni en ningún otro lugar. Solamente observé, cuando tenían aparcado el Volkswagen Golf en la Travesía de la Vidriera, entre los portales 8 y 10, en un momento en que abrieron el maletero, que llevaban bolsas que parecían haber estado en una obra.

P.- ¿Descargó usted explosivos en su garaje de Travesía de la Vidriera de Avilés?

R.- En la mañana del día 29 de febrero de 2004 no se descargó absolutamente nada en el garaje de la Travesía de la Vidriera. En primer lugar, porque no se introdujo ningún coche en ese garaje. Ya le dije al juez que un vecino amigo de mi padre coincidió con nosotros y puede certificar dónde estaba el coche y si descargamos algo. Por esa razón, la Guardia Civil no presenta ante el juez a tan importante testigo. Seguro que lo tienen localizado y que ya le han tomado declaración.

Es más. No pudimos aparcar los coches dentro del garaje por la sencilla razón de que yo no dispongo de plaza de garaje en ese edificio. Se puede comprobar por la escritura. [Las seis plazas que tiene su padre están alquiladas y ocupadas]. En aquellas fechas tenía yo un garaje, en otra parte. Es sencillamente imposible que ningún coche de los moros o mío quedara aparcado en la Travesía de la Vidriera dentro de un garaje.

Lo que tengo es un trastero muy estrecho. Para ir a ese trastero por la entrada peatonal hay que entrar por el portal de la calle Marqués de Suances y no por la Travesía de la Vidriera. Es un trastero que ha registrado durante horas la Guardia Civil con todo tipo de medios y no ha podido encontrar ni el menor vestigio de explosivos.

Toda la mal llamada trama asturiana fue un montaje de la Policía.

ENGAÑADO

P.- Pero usted participó con sus primeras declaraciones ante el juez en engordar esa versión.

R.- Desde que me di cuenta de que estaba detenido yo ya no hablé más de Mowgli ni de nadie. No me pudieron sacar una declaración de cómo era pues en el momento en que yo me vi detenido oficialmente corté todo tipo de comunicación con los agentes que me interrogaban. Luego siguieron presionándome y acepté un pacto con el que iba a quedar libre de cualquier cargo.

Fui tan ingenuo que me creía dentro de un sistema de protección cuando ya se había desvelado mi identidad por todos los medios de comunicación del mundo. Para poner más en peligro mi vida se difundió mi fotografía y se filtró a la prensa que era confidente.

Para recordarme lo que me podía pasar si cambiaba la primera versión que había dado se detuvo a mi mujer en el mes de junio, justo después de declarar de nuevo ante el juez para desdecirme y desvelar la manipulación de la Policía.

El juez, la Policía y el CNI han utilizado a mi mujer como forma de presión para que yo aceptara ser el chivo expiatorio.

La realidad fue que mi primera declaración, en la que decía que había visto los explosivos, la hice dirigido y coaccionado por la Policía.

P.- ¿Cómo consiguió usted entrar en contacto con la banda de Mowgli?

R.- Fue Manolón quien me pidió que me infiltrara en la banda de Mowgli. Cada operación que he llevado a cabo sobre tráfico de drogas y otros temas ha sido controlada por Manolón y todos los implicados han acabado detenidos en operaciones especiales. Manolón ha sido en cada momento quien me ha fijado el objetivo a seguir y hay que tener en cuenta que él ya se lo había comunicado a los compañeros de estupefacientes de Oviedo.

Informé a Manolón desde el día en que bajé a Madrid a traer un regalo al hijo de un amigo, que un grupo me había ofrecido una considerable cantidad de hachís.

Le aporté fotografías de la primera operación con drogas, que fue totalmente controlada por Manolón. Más tarde le di los números de los teléfonos móviles y los números de las placas de las matrículas de los coches que utilizaban. Le di a Manolón también un carné de identidad con la fotografía de Mowgli que, al comprobarlo en comisaría, resultó que era falso. Y tampoco lo detuvieron.

MANIPULACION

P.- ¿Le proporcionó usted datos concretos por escrito?

R.- Manolón disponía de una agenda con todos los datos que yo le había proporcionado. Tardó meses en presentársela al juez Del Olmo. Tuvo que ser requerido judicialmente para su presentación. Entregó una fotocopia, no la original a pesar de haber reconocido anteriormente que la tenía.

Faltaban páginas. Las fotocopias habían sido manipuladas. Habían desaparecido, por ejemplo, los números de teléfono de Jamal Ahmidan y de Rafá Zouhier. Conservaba sin embargo los números de Antonio Toro, Rubén Iglesias, Javier González el Dinamita, Raúl González, Iván Granados, etcétera. Eso quiere decir que conocían los teléfonos de la mayor parte de los imputados por el juez Del Olmo.

Manolón dice que extravió la fotocopia del DNI falso de Jamal Ahmidan que yo le había proporcionado. ¡Perdió nada más y nada menos que el DNI que usaba Jamal con su fotografía, uno de los cabecillas del atentado del 11-M!

También han desaparecido las fotografías de Polaroid que facilité en su día a Manolón sobre la operación de compra venta de hachís. Han manipulado pruebas y ocultado otras. Tenían datos y pruebas suficientes para que Jamal Ahmidan fuese detenido bastante antes del 11-M.

La Policía no lo hizo porque no quiso o porque no le interesó hacerlo. La información sobre Jamal era muy extensa y fiable y ya había sido comunicada a los superiores de Manolón en Oviedo.

Tampoco hay explicación alguna para que no lo detuvieran en Madrid, después de los atentados, y mucho antes de que se suicidara. El día 17 de marzo e incluso antes, cuando yo aún no estaba detenido, me ofrecí para montar un operativo para localizar a Jamal Ahmidan y detenerlo. No se quiso hacer. Me decían que estaba todo controlado. Dejaron que llegara al piso de Leganés y que todos ellos cometieran el suicidio colectivo.

¿Por qué no querían capturar vivo a Jamal Ahmidan? ¿Tiene algún sentido que llevara meses denunciando las actividades ilícitas de Jamal, que yo supiera que los tenían totalmente controlados y que en esas circunstancias le proporcionara explosivos? No hay nadie que pueda creérselo.

Todos los implicados estaban bajo seguimientos personales y telefónicos del CNI, la Udyco, la UCO, la Policía Nacional de Oviedo y Avilés, además de la Guardia Civil de Gijón y de Oviedo. Y ahora nos quieren responsabilizar a los confidentes de su negligencia, incompetencia o complicidad.

Los confidentes no disponemos de los presupuestos del Estado que ellos tienen, ni de los medios técnicos y materiales. No tenemos traductores y ni tan siquiera gozamos de la preparación adecuada. El confidente no es más que un colaborador ciudadano. La obligación de perseguir los delitos es de los funcionarios policiales.

No nos olvidemos que determinados mandos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad son de la misma ideología que el PSOE, que es el gran beneficiado de los atentados del 11-M. Tampoco olvidemos que algún que otro mando policial ha estado involucrado en la trama de los GAL. Por ejemplo, el coronel Hernando, jefe de la UCO.

P.- ¿Cree que hubiera sido útil que hubiese ido usted a declarar a la Comisión sobre el 11-M?

R.- El PSOE y sus aliados políticos han hecho que se cerrara la Comisión del 11-M del Congreso en falso. No quieren saber lo que ocurrió porque les puede acabar salpicando, igual que ocurrió con los GAL. Por eso no quisieron que los confidentes fuésemos a la Comisión pues temían que contáramos estas cosas y que se supiera toda la verdad. Alegaban que éramos delincuentes, siendo esto totalmente falso. Carezco de antecedentes penales y no he sido condenado por ningún delito.

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Sin embargo, hay mandos policiales que prestaron testimonio en la Comisión y que están imputados por haber entregado dinero a las mujeres de Amedo y Domínguez, responsables de los GAL, como Hernando. O Rodolfo Ruiz, el responsable de la comisaría de Vallecas que ha sido condenado por detención ilegal y falsificación de documentos.

P.- ¿No ha quedado constancia por escrito de sus informaciones?

R.- En noviembre de 2003 entregué, como ya he dicho, a Manolón una agenda con todos los datos. Ya he comentado que Manolón presentó ante el juez sólo parte de esta agenda, con fotocopias manipuladas.

Ahora resulta que no hay ni siquiera un informe interno sobre todos esos datos. No se ha conservado copia del DNI de Mowgli, las fotografías que yo aporté han desaparecido.

Insisto en que yo me ofrecí a Manolón incluso a viajar en un coche lanzadera en la caravana de Mowgli. Se me mandó esperar y no intervenir asegurándome que los tenían totalmente controlados.

ORDEN DE ESPERA

P.- ¿Informó usted del viaje que hicieron los marroquíes a finales de febrero de 2004 a Asturias, cuando presuntamente se aprovisionaron de explosivos?

R.- Manolón conocía desde el 27 de febrero por medio de una llamada que le hice [Está acreditado que desde el teléfono de su mujer se realizaron ese día llamadas a Manuel García Rodríguez] y una posterior reunión que el día 28 de febrero, que fue cuando subió Jamal Ahmidan a Asturias, se iba a realizar un transporte de sustancias ilícitas. Yo quería que los detuvieran, pero se me dio la orden de esperar. ¡Me ofrecí a ser el coche lanzadera y se me dijo que no, que estaba todo bajo control! Di por hecho que la detención de Jamal Ahmidan era cuestión de días.

El día 27, además de avisar a Manolón del viaje de los moros a Asturias le conté que al pasar por Madrid, en mi regreso del viaje de novios, había localizado uno de los domicilios de Mowgli, la finca de Morata de Tajuña. Había ido con Mowgli allí el día 26 de febrero para ver unas parcelas que vendía por el equivalente a un millón de pesetas un amigo suyo que trabajaba en una inmobiliaria.

Con todos estos datos no fueron capaces de detenerlos antes del 11-M. El policía Manolón ha mentido en sus declaraciones ante la Comisión del Congreso y ante el juez Del Olmo. Ha destruido pruebas y ha manipulado otras y así consta en el sumario.

EMILIO SUAREZ TRASHORRAS (2ª PARTE) / Imputado como proveedor de los explosivos del 11-M

FERNANDO MUGICA

MADRID.- EL MUNDO publica hoy la segunda parte de la entrevista realizada en exclusiva a uno de los principales implicados en los atentados del 11-M, Emilio Suárez Trashorras. La versión que ahora da de los hechos que se vivieron antes y después de la tragedia difiere completamente de la versión oficial.

Al margen de su lógica proclamación de inocencia, aporta nuevos datos sobre sus relaciones con Manuel García Rodríguez, Manolón, el inspector de policía responsable de estupefacientes de la comisaría de Avilés para el que trabajaba.

Asegura que desde el primer momento comunicó a la Policía que Jamal Ahmidan, a quien Emilio conocía como Mowgli, tenía contactos con gente de ETA. Confirma el dato publicado por Fernando Lázaro en nuestro periódico el 7 de marzo de 2006 según el cual Trashorras contó a los que le interrogaban que Mowgli le había dicho que conocía a uno de los etarras detenidos en Cañaveras. La Guardia Civil los capturó en la noche del 29 de febrero de 2004, en una carretera secundaria de la provincia de Cuenca a bordo de una furgoneta en la que se transportaban más de 500 kilos de explosivos.

Trashorras insiste en que los policías y el agente del CNI, al que había identificado Manolón como tal, le comentaron que les interesaba implicar a los moros y dejar aparte a ETA.

El episodio que el ex minero explica menos es el referente a los encargos que recibió del propio Manolón en torno a personas que estaban interesadas por la compra de explosivos. A la pregunta de si vendieron explosivos a ETA, contesta de forma ambigua: «Recibimos encargos similares». Por supuesto que se apresura a decir que no se llevaron a cabo «esos encargos» porque, a la hora de la verdad, «cuando las conversaciones estaban muy avanzadas y había que aportar algo para que siguieran», recibió la orden de abortar la operación.

COCHE ROBADO

Trashorras afirma con rotundidad que aportó datos sobre la infraestructura de ETA en Asturias.

No puede facilitar ninguna explicación sobre el hecho de que los etarras robaran un coche, con el que cometieron un atentado en Santander en 2002, en el callejón de la Travesía de la Vidriera de Avilés donde él tenía un trastero.

Pero tal vez su afirmación más rotunda la pronuncia cuando asegura que el que quiere eliminar a Lavandera «tiene nombre y apellido y se llama Manolón. Lavandera les estaba estropeando los negocios paralelos que tenía la Policía».

Es evidente que todo lo que dice Trashorras no debe convertirse en una verdad irrefutable. Pero en sus respuestas aporta datos suficientes como para que nos suscite una profunda inquietud. Es fácil descalificar sus afirmaciones de una forma global. Pero habría que advertir, al que tenga la tentación de hacerlo, que en su día le creyeron a pies juntillas cuando declaró que había visto explosivos en el coche de Jamal Ahmidan. Si ahora no tiene ninguna credibilidad, ¿por qué la tenía entonces? Debemos recordar que la versión oficial, en todo el tema de los explosivos y su relación con los marroquíes imputados como autores materiales, se basa esencialmente en su testimonio.

¿Alguien se imagina lo que hubiera sucedido si todas las afirmaciones que hace ahora las hubiera planteado con nombres y apellidos en la Comisión de Investigación?

En cualquier caso, esto es lo que defiende Emilio Suárez Trashorras dos años y medio después de los atentados. Y esto es lo que, presumiblemente, defenderá de cara al próximo juicio.

Pregunta.- ¿Les encargó alguien de las Fuerzas de Seguridad, a Antonio Toro o a usted, que trataran de vender explosivos a ETA o a los marroquíes en el año 2001?

Respuesta.- Personalmente, he recibido encargos similares por parte de Manolón en los años 2001 y 2002. Pero no se llevaron a cabo. Aunque sí es cierto que he aportado datos sobre explosivos y personas vinculadas a ETA en Asturias.

P.- ¿Llegaron a darles explosivos controlados?

R.- Lo primero que quiero dejar claro es que en los años 2001 a 2003 no han existido los explosivos de los que se ha hablado. Es mentira que yo tuviera un zulo con armas y explosivos. Reto a cualquier persona a encontrar ese zulo. No existe. Es mentira que en el año 2001 dispusiéramos de 150 kilos de dinamita tal y como dice Nayo, o de 400 kilos, tal y como afirma Francisco Javier Lavandera.

Sí es cierto que ha existido un operativo policial para buscar explosivos en mi entorno. Yo mismo encontré a la Guardia Civil en una de las propiedades de mi padre en Cogollo y los expulsé por no tener orden de registro, por cierto. Todas las operaciones que han llevado a cabo tanto la Guardia Civil como la Policía me las comunicaba inmediatamente Manolón cuando éstas iban dirigidas contra mi persona.

P.- ¿Le dio usted a Rafá Zouhier una muestra de explosivo en Madrid en el año 2003?

R.- Todo lo referente a la entrega de una muestra de explosivo a Rafá Zouhier el día 20 de febrero de 2003 es totalmente falso. Se puede comprobar fácilmente por el movimiento de mis tarjetas de crédito y débito, como consta en el sumario. Yo no viajé a Madrid en esa fecha. Lo mismo ocurre con el detonador que les explotó en las manos. Dice Zouhier que le fue entregado en el mes de septiembre. Pero ese mes tampoco viajé a Madrid, como puede comprobarse. El juez tiene constancia de todos mis viajes durante el año 2003 a Madrid, León, Marbella y Valencia.

FURGONETA

Es ridículo que personas que disponen de grandes cantidades de explosivos, tal y como dicen de nosotros, facilitáramos una pequeña muestra de explosivo en mal estado. No íbamos a ser tan idiotas. La muestra se pudo obtener de sus amigos de Almería. Ellos iban a ir a una mina de mármol a sustraer explosivos, Goma 2, tal y como ha relatado un testigo protegido al juez instructor.

P.- ¿En la noche de su detención, o en cualquier otro momento, mencionó usted a la Policía que Jamal Ahmidan, Mowgli, conocía a los etarras que detuvieron en Cañaveras con 500 kilos de explosivos en una furgoneta el 29 de febrero de 2004?

R.- Desde el primer momento en que comenzaron las conversaciones con los agentes de Madrid y del Centro Nacional de Inteligencia, cuando me llamaron a comisaría el 17 de marzo de 2004, les comuniqué que Mowgli tenía contactos con ETA y que me había dicho en una ocasión que uno de los etarras que luego resultaron detenidos en Cañaveras era amigo suyo.

Los agentes de la Policía y del CNI tomaron nota de ello, aunque ya me hicieron expresa mención a que a ellos les interesaba implicar a los moros y dejar a ETA aparte, alegando el momento político que se estaba viviendo en España. El más interesado en implicar a los moros y dejar a los etarras aparte era el agente del CNI. Estaba en el grupo de los que me interrogaron. Era una persona de unos 45 años, con poco pelo de color negro y peinado hacia atrás. No llevaba ni bigote ni barba. Su altura era más o menos como la mía, 1,80 metros. Llevaba traje y era una persona educada y amable. Jamás pronunció su nombre ni se identificó. Fue Manolón el que me dijo que era del CNI y lo reafirmó en el careo.

ALIJO DE DROGA

P.- ¿Por qué cree usted que los etarras robaron un coche para cometer un atentado en Santander en el año 2002, precisamente en el callejón de la Travesía de la Vidriera, en Avilés, donde tenía usted el trastero?

R.- Que miembros o colaboradores de ETA tenían infraestructura en Avilés y Asturias lo puse en conocimiento de Manolón en los años 2001 y 2002. La información provenía de contactos realizados en aquella época en el club Horóscopo de Gijón. Entre esos contactos estaba Javier Lavandera y un grupo de vascos, así como un agente de la Guardia Civil. Estos mismos datos los han facilitado Nayo y un testigo protegido. No sé por qué los etarras robaron el coche en la Travesía de la Vidriera, pero no creo en las casualidades. Nada en este mundo sucede porque sí. Todo tiene una explicación y un razonamiento. Zapatero dio en su momento una versión que era la que le exigía el momento político.

P.- ¿Cuáles fueron los principales trabajos que hizo usted para la Policía?

R.- Se pueden comprobar todos los trabajos que yo hice para Manolón. En el año 2001 participé en la aprehensión de un alijo de cocaína y heroína. Entre los detenidos estaba Nayo.

En 2002 participé en la incautación del mayor alijo de pastillas de éxtasis capturado en Asturias hasta aquel momento. Ese mismo año comenzó la operación por la cual se detuvo a gente en Avilés y Valencia incautándose 180 kilos de cocaína. La operación culminó en 2003.

En ese mismo año colaboré en el seguimiento de un holandés que se dedicaba a introducir drogas de diseño en Asturias. La operación concluyó en el año 2004 con la aprehensión de una gran cantidad de speed.

Durante estos años también he aportado datos puntuales para otras operaciones a más pequeña escala.

En los años 2003 y 2004, tal y como ya he dicho, estaba participando en el seguimiento de las actividades de Mowgli y su banda con el desgraciado resultado que todos sabemos.

P.- ¿Todavía piensa usted que la Policía para la que trabajaba le va a salvar?

R.- Por supuesto que no. Se han tratado de salvar ellos. Sólo lo han conseguido a medias, porque con la Comisión del 11-M se vio claramente que todo era solamente una farsa, una puesta en escena. Nos impidieron asistir a los que más datos teníamos, a los confidentes.

P.- ¿Quien cree usted, a día de hoy, que hizo el 11-M?

R.- No pongo en duda que los autores materiales fueran musulmanes, pero seguro que recibieron ayuda externa. Es imposible que se lleve a cabo una operación de esa envergadura estando todos, absolutamente todos, controlados por el CNI, UDYCO, UCO, UCIE, por las comandancias de la Guardia Civil de Gijón y Oviedo y por la Comisaría de Avilés. Es imposible que los autores actuaran sin el beneplácito de las Fuerzas de Seguridad, teniendo como tenían seguimientos telefónicos y personales, y a confidentes infiltrados.

P.- ¿Considera que quedan temas por aclarar?

R.- Muchos. Tienen que aclararnos el tema de los explosivos, la furgoneta Kangoo, la mochila de Vallecas, la metenamina y el Skoda Fabia. Alguien debe de explicar cómo es posible que un Toyota Corolla, presuntamente cargado de explosivos, en un viaje conocido por las Fuerzas de Seguridad y con los conductores identificados de antemano, pueda atravesar la Península sin documentación, sin seguro, siendo un vehículo robado y con las placas dobladas y con un conductor con la documentación falsificada y sin carné de conducir.

P.- ¿Cree usted que Mowgli se llevó explosivos de Asturias?

R.- Lo desconozco sinceramente. No tengo información ni en un sentido ni en otro. Lo que sí queda claro a lo largo de todo el sumario es que Mowgli era un delincuente habitual, y, sobre todo, era una persona dedicada al tráfico de estupefacientes. No daba para nada el perfil de un terrorista islámico.

P.- ¿Qué hay de las tres bolsas con explosivos que llevaron en autobuses de línea tres jóvenes desde Asturias a Madrid?

R.- Lo primero que quiero dejar claro es que esos viajes estaban controlados por Manolón y que única y exclusivamente transportaban hachís. Así se lo dije al juez.

Por cierto que el viaje del Gitanillo se produjo también en el mes de enero y no a primeros de febrero, como figura en el sumario. Es sencillo de comprobar. El Gitanillo no pudo viajar a Madrid en la primera semana de febrero de 2004 porque estaba cumpliendo esos días una sentencia, la 535/03 del expediente de ejecución 645/03 con la educadora Belén Ojeda Casero en el Centro Trama, dedicado al trabajo para la integración social, situado en la Plaza de Foncalada 21, de Oviedo.

Si fuese verdad que las mochilas de esos viajes iban llenas de explosivos y si añadimos la dinamita que dicen que se llevaron de Asturias a finales de febrero se habría puesto a disposición de Mowgli una cantidad superior a los 315 kilos. Sólo se incautaron o se usaron en los atentados 210 kilos, por lo tanto sobrarían o faltarían, según se mire, 100 kilos. Según el juez, el presunto suministrador de esos explosivos sería Raúl González. Pues bien, en aquellas fechas no trabajaba en Mina Conchita, de donde dicen que se robaron los explosivos. Trabajaba en las minas de Arbodas, desde diciembre de 2003, y a estas explotaciones no llegaron las numeraciones de varias partidas usadas presuntamente en los atentados.

Por si fuera poco, las numeraciones de los cartuchos corresponden a remesas suministradas por la empresa Canela Seguridad a partir del 23 de enero y el primer viaje que se hizo en los autobuses fue el 5 de enero. De las numeraciones entre las fechas del 23 de enero al 9 de febrero solamente se han encontrado los envoltorios correspondientes a 3,444 kilos y El Gitanillo dice que transportó una bolsa que contenía aproximadamente unos 15 ó 20 kilos.

P.- ¿Cree entonces que El Gitanillo mintió al juez?

R.- Ya se han publicado en el diario EL MUNDO, y con detalle, las contradicciones en las que incurrió El Gitanillo. Dijo, por ejemplo, que yo había ido a la mina con él un día en que precisamente yo me encontraba regresando de mi viaje de novios. El Gitanillo intentó retractarse ante el juez de su primera declaración pero no se lo permitieron. Es evidente que su primera manifestación era falsa en todas sus afirmaciones. Fueron las presiones de la fiscal las que le llevaron finalmente a no cambiar su declaración.

En los viajes realizados por los tres jóvenes en los autobuses de línea se transportaba droga. Ya conté ante el juez que era una partida que devolvía a Jamal porque el material era de muy baja calidad.

MINEROS

Jamás me entrevisté en ningún lugar cercano a la mina con trabajadores de Mina Conchita. Con el único minero que mantenía relaciones era con Raúl González y ya he dicho que trabajaba en Mina Arbodas.

Aún no han podido identificar a los dos mineros con los que dice El Gitanillo que me entrevisté en Mina Conchita por la sencilla razón de que no existen. No pude entrevistarme con ellos el miércoles o jueves 25 y 26 de febrero de 2004 como dice El Gitanillo porque el 25 estaba de excursión por la isla de Tenerife y el 26 llegué a Asturias pasadas las siete de la tarde y ya era completamente de noche.

Han analizado las botas que presté a Mowgli y no han podido encontrar ni una sola muestra que pruebe que esas botas hayan estado en Mina Conchita. Lo mismo sucede con las muestras que recogieron de puntas y tornillos. No coinciden con ninguno hallado como metralla.

Es falso que me llamaran desde la mina porque allí no hay cobertura de móviles. Mowgli y sus amigos estuvieron más de dos horas parados en la localidad de Salas aquella noche del 28 de febrero de 2004 y aún nadie ha sabido explicar por qué.

Javier González, El Dinamita, no pudo acompañarme a Mina Conchita a robar explosivo puesto que jamás ha estado conmigo en Tineo y se puede probar por los BTS de telefonía móvil. Tampoco pude ir con Javier González a Madrid en Navidades en el Ford Scort, pues en aquella época ya no tenía ese vehículo. Tampoco pude ir con el Opel Calibra con los moros en el mes de febrero porque antes de aquel mes ya había vendido ese coche.

La noche del 28 de febrero yo no andaba con un Ford Scort ni en el Toyota, pues yo andaba con el Lancia que es de mi propiedad y que tiene todos los papeles en regla.

Tampoco envié a El Gitanillo a recuperar el Toyota a Madrid el 4 de marzo de 2004, ya que el coche no era mío. El que pretendía vendérmelo era Mowgli. Fui yo quien acudió a la Jefatura de Tráfico para comprobar, a finales de diciembre, la situación de ese vehículo. Al ver que figuraba como de otra persona, una mujer de Madrid, se lo devolví a Mowgli y por eso se lo llevó.

El Gitanillo, como ya he contado ante el juez, me pidió un vehículo para ir a ver a su tío en Toledo, que estaba enfermo. Yo le pagué un billete a Madrid en autobús el día 4 de febrero y le dije que llamaría a los moros para ver si le podían dejar un vehículo. Le dejaron el Toyota y fue con ese con el que tuvo el accidente, esa noche, en la carretera de Madrid a Toledo.

Después de la detención de Mowgli, yo le dejé mi coche Lancia a Javier González para que pudiera ir a Madrid a recoger al Gitanillo.

P.- ¿Pudieron ofrecerle algo al Gitanillo a cambio de que le implicara a usted?

R.- Las ofertas que pudo recibir pudieron ser múltiples. Desde sacar a su padre de la cárcel, que estaba en la prisión de Villabona, a quitarle de entrar en el centro de menores que tenía pendiente de la sentencia 535/03. Podría haber sido también una promesa económica para poder mejorar la situación familiar, que era muy precaria, Su madre estaba a punto de dar a luz. O simplemente pudieron darle un piso en propiedad y sacarlos del que viven que es de Asuntos Sociales. El Gitanillo es una persona muy vulnerable y con demasiados problemas para su edad.

P.- ¿A qué achaca que a Antonio Toro, su cuñado, no le pidan los mismos años que a usted?

R.- Es incomprensible. Si todos los relacionados en la mal llamada trama asturiana estamos acusados de transporte y tenencia de sustancias explosivas, la pena impuesta debería ser la misma para todos.

P.- ¿Trabajaba Toro para las Fuerzas de Seguridad?

R.- Estoy seguro de que no, porque cada vez que tenía un problema me llamaba a mí para que le ayudase Manolón, bien fuese en temas de coches robados o en temas de narcotráfico. Lo que no pongo en duda es que intentara negociar con la Guardia Civil en el momento en que me detuvieron a mí. Las informaciones que tenía Toro me las pasaba a mí y yo se las pasaba a Manolón. En concreto fue él quien propició el encuentro con Lavandera.

P.- ¿Es cierto, como asegura Rafá Zouhier, que usted buscaba a alguien para matar a Lavandera?

R.- Rafá Zouhier ha manipulado la información sobre la posibilidad de deshacerse de Lavandera a su manera. Lo primero es que se contradice sobre quién se lo ordenó. En el careo con el guardia civil que le controlaba dice que estábamos Toro y yo. Y en el careo con Toro dice que estábamos mi mujer y yo. Pues bien, mi mujer jamás ha estado presente en ninguna conversación transcendente y mucho menos relacionada con ningún tema ilícito.

INFORMACION FALSA

A mí me transmitió Manolón, y el subinspector Juan que iba siempre con él, que Lavandera era confidente de la Guardia Civil. Éstos son los dos policías a los que hizo referencia Rafá Zouhier. Las informaciones que pasaba a la Guardia Civil Lavandera eran, en mi opinión, falsas y nada detalladas. Estábamos al corriente de todas ellas porque me las transmitía Manolón desde el primer momento en que se enteró de que éramos investigados tanto por la Guardia Civil como por la Policía.

P.- ¿Conocía Manolón la existencia de Lavandera?

R.- En el año 2001, tal y como ya he declarado, Manolón estaba al corriente del interés de determinadas personas en la adquisición de sustancias explosivas. Se me ordenó en un primer momento mantener contactos y tenerle informado, lo que se hizo ejemplarmente. Más tarde, cuando las conversaciones ya estaban muy avanzadas y había que dar un paso importante en los contactos, pues no se podían mantener más sin aportar algo a la negociación, entonces se me ordenó directamente abortar la operación y dejarla en un segundo plano pues los temas de armas y explosivos los lleva la Guardia Civil.

Esos contactos eran con gente del País Vasco y fueron realizados en el club Horóscopo. El intermediario era Lavandera, como ha dicho Nayo desde Santo Domingo, y un testigo protegido que declaró ante el juez, tal y como consta en el auto de procesamiento. Manolón, en un careo conmigo, manifestó que nunca le había hablado de ningún Lavandero. Manifestó también que en esas fechas, en el año 2001, trabajaba con un subinspector y que habían estado repasando sus anotaciones internas y que en ninguna salía nada de Lavandero. O sea, que conservaban notas internas del año 2001 y sin embargo habían perdido [en el año 2004] las notas internas de hacía unos meses relacionadas con Mowgli y ni tan siquiera conservaban el Documento Nacional de Identidad falso de Mowgli que les proporcioné.

P.- Que usted sepa, ¿alguien de las Fuerzas de Seguridad quiere eliminar a Lavandera?

R.- Ese alguien tiene nombre y apellido y se llama Manolón. Lavandera aportaba informaciones diversas, pero les estaba estropeando los negocios paralelos que tenía la Policía. Además el propio Lavandera participaba en los negocios de armas, explosivos, drogas y prostitución. Lo que yo creo que ocurrió es que en el año 2001 cogió miedo e intentó protegerse en la Guardia Civil. Todos sabíamos cómo era y cómo actuaba Lavandera.

En 2001 financió un vehículo marca Renault Clio en Los Campos (Corvera de Asturias) presentando una nómina falsa. Por eso no pudo contestarme ante Del Olmo dónde trabajaba en el 2001 para poder financiar el vehículo. Tampoco sabe responder por qué se le dejó el Saab 9000 en el 2001 y por qué teníamos su carné de identidad. En mi declaración de junio de 2004, antes de que el nombre de Lavandera saliera en los medios de comunicación, ya se lo había dicho al juez Del Olmo con nombre y apellidos, pero nadie lo investigó entonces porque no querían abrir nuevas líneas de investigación. En el sumario hay un testimonio de un testigo protegido que pone de manifiesto la rápida evolución económica de Lavandera al conocernos a Toro y a mí.

P.- ¿Se considera usted inocente en relación a los atentados del 11-M? ¿Por qué se dejó implicar?

R.- Soy totalmente inocente. No tengo ningún motivo para participar en el atentado ni para colaborar con los islamistas. Somos de ideas políticas diferentes, de diferente religión. No se han detectado movimientos de dinero que provengan del pago de los explosivos ni se han incautado de droga alguna que pudieran haberme dado. Denuncié a los moros en el año 2003. Si no los detuvieron antes del 11-M fue por incompetencia o negligencia. Jamás participaría con ellos, ni con nadie, en nada parecido. Me implicaron, no me dejé implicar. Buscaban un chivo expiatorio para presentar a la opinión pública. Con todo esto del atentado nadie ha ganado más que el PSOE, por eso no quieren investigar la verdad de todo lo que pasó.

06.09.06

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