

BENJAMÍN PRADO

Los siameses
El otro día llevaron a los tránsfugas siameses Tamayo y Sáez
al hospital de Singapur donde han operado a las valientes muchachas iraníes
Ladan y Laleh Bijani, para intentar extirparles la corrupción. Pese a que uno lo
diga todo y la otra no diga nada, parece que el escáner con que se han estudiado
sus cráneos demuestra que los dos políticos traidores poseen cerebros
independientes, aunque, eso sí, unidos por un muro de cemento, igual que si
fueran un par de chalets adosados. Un equipo formado por cinco neurocirujanos,
un cirujano vascular y otros seis especializados en reconstrucción plástica,
ocho anestesistas, cinco radiólogos y un grupo de médicos provenientes de
Estados Unidos, Japón, Francia, Nepal y Suiza, a los que se unieron, en calidad
de observadores, dos jueces, siete alcaldes, dos promotores inmobiliarios, un
arquitecto, diez constructores y una pareja de la Guardia Civil, trabajaron
durante más de 90 horas en las cabezas de los tránsfugas siameses, sin que se
sepa, aún, cuál es el resultado de la intervención.
El proceso seguido por los doctores se inició con la apertura
de la doble jeta de Tamayosáez, de la que, según hemos podido saber, salió un
líquido oscuro y viscoso, de olor dulzón, al que se quedaban violentamente
pegados los zuecos de los médicos y las enfermeras, por lo que hubo que avisar a
los servicios de limpieza. Tras ese ligero retraso, que fue notable porque la
extraña sustancia debía llevar algún ácido y corrompía la materia que tocaba,
llegando a horadar, en algunas zonas, el mármol del suelo del quirófano, se
procedió al derribo del muro que unía sus cerebros y a la separación de la vena
que ambos compartían. La vena original quedó en la mitad Tamayo de la cabeza y a
la mitad Sáez se le hizo una arteria falsa, fabricada con un fragmento de su
propio intestino. Por el momento, el órgano de la paciente no ha manifestado
rechazo alguno.
En lo que respecta a la reconstrucción plástica de los
cráneos, se pudo realizar con trozos de piel donados por varios alcaldes y
secretarios del Partido Popular, lo cual, desde luego, no significa nada ni
demuestra vinculación alguna de esa formación con los pacientes, aunque siempre
habrá, como siempre, cuatro o cinco malpensados que quieran sacarle punta a la
cosa y se dediquen a buscarle tres pies al gato. Hay gente que confunde el
altruismo y la buena educación con la mezquindad. Los muy desleales.
Según algunos testigos presenciales, lo más complicado fue
afrontar el siguiente paso, consistente en extirparles la corrupción a los
siameses. Dicen que la corrupción era una especie de cosa de color amarillo y
con forma de cangrejo cuyas pinzas no sólo se agarraban ferozmente a los
cerebros de ambos tránsfugas, sino que mostraban ramificaciones que descendían
hasta el corazón. En el instante de ser extirpado, el cangrejo tenía a medio
comer una palabra de la que sólo se han podido identificar algunas letras, una
ene, dos ces y dos íes, por lo que se especula que quizá se tratara de la
palabra "conciencia", aunque ya decimos que eso no son más que meras
suposiciones. De hecho, desde las filas del PP se asegura que la palabra que
estaba a punto de comerse el bicho no es "conciencia", sino "coincidencia", lo
cual, en su opinión, lo aclara todo.
El alcance de la operación aún no está claro, pero hay
ciertos síntomas que llevan a los médicos al pesimismo. Parece que en la tarde
de ayer la mitad Tamayo de la cosa intentó venderle a uno de los médicos un
bisturí que había robado al cirujano anterior y, esto es lo más preocupante, que
la mitad Sáez callaba y sonreía mientras se producían los hechos. Las
esperanzas, por lo tanto, no invitan a la prudencia, sino al puro fatalismo. El
precedente, además, tampoco es muy halagüeño: como se recordará, las siamesas
iraníes Laleh y Ladan murieron el pasado martes en el hospital de Singapur, al
no poder sobreponerse a las diversas hemorragias derivadas de la operación. La
desaparición de las jóvenes ha entristecido al planeta entero y ha sembrado el
dolor en su país, Irán. "Nuestros dos gorriones", dijo el presidente Jatamí al
referirse a la trágica pérdida de Laleh y Ladan, "han dejado al mundo el legado
de paciencia y tolerancia que soportaron durante toda su vida". Claro, no hay
más que oír eso, paciencia, tolerancia y demás, para darse cuenta de que se
trata no sólo de problemas y enfermedades muy distintas, sino incluso de
especies diferentes. No se puede comparar un gorrión con un buitre.
(*) Publicado en El País.
10 de Julio 2003
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