

Esperanza de poder (*)



La arruga es bella ?
Esperanza Aguirre
jams consulta su futuro poltico a las brujas de Macbeth. Es demasiado
supersticiosa. Est convencida de que si se propusiera ser la candidata del
Partido Popular a la presidencia del Gobierno, quedara gafada. Por tanto, a
esperar. "Que las cosas me vayan como hasta ahora, que bastante bien me han
ido". Distinto es que no le haya pasado por la cabeza. Ella se decanta por la
irona: "Va a resultar que de ser la tonta del PP, he pasado a ser la mala
malsima que le mueve la silla a Rajoy". Se escuda en que a lo largo de 23 aos
nunca se ha postulado para un cargo. Todos le han cado del cielo. Ella se
limita a cumplir rdenes. A trabajar duro. "Me lo he currado a muerte". Y a
profesar el aznarismo: "En el mundo, no me ha impresionado nadie; el Papa,
Isabel II, el Dalai Lama...
Lo siento, slo me impresiona Aznar.
Y cuando l me ha mandado algo, en sus llamadas de minuto y medio, no he osado
discutirle".
Se asemeja a
Aznar? Contesta con su habitual gravedad Javier Fernndez-Lasquetty, producto de
la factora aguirrista/aznarista y hoy secretario general de FAES, el
laboratorio del ex presidente. "Aznar y Esperanza estn convencidos de la enorme
importancia del partido. Y su poltica no est guiada por el oportunismo ni por
el deseo de agradar, sino por la voluntad de desarrollar sus ideas liberales.
Estn lejos de ese veletismo, tan en boga; se mueven por convicciones".
La visin del
mundo de Esperanza Aguirre se basa, segn sus propias palabras, en tres
premisas: "Pensamiento positivo", "no llorar sobre la leche derramada" y "pico y
pala". Gracias a ese optimismo y una autntica obsesin por hacer oposicin por
su cuenta al Gobierno central se ha convertido en la gran esperanza de la
militancia del Partido Popular. "Usted es el blanco a batir por el zapaterismo
andante", sentenciaba su viejo amigo Federico Jimnez Losantos en la COPE. Y
ella se tronchaba.
Control absoluto
Sin embargo, su
ambicin poltica va mucho ms all de esa imagen dicharachera. De su descarada
incontinencia verbal. Incluso de los piropos de don Federico. No conviene
subestimar a Aguirre. Y menos a un ao de las elecciones a la presidencia de la
Comunidad. Que pueden suponer su trampoln a la poltica nacional. Aguirre es
una poltica correosa, peleona, dogmtica; con un control absoluto sobre el
Gobierno regional, el PP y la televisin pblica de Madrid. Sobre las listas de
candidatos de su partido a las municipales, autonmicas y un porcentaje de las
generales. Que ha situado a sus peones ms fieles en los lugares clave del
Ejecutivo, el Grupo Parlamentario y cualquier instancia pblica que sirva para
engrasar su futuro poltico. Que ha creado un poderoso clientelismo en torno a
su persona rescatando a los nufragos del 14-M. Muchos le deben mucho. Pocos se
atreven a criticarla con nombre y apellidos. Ella es la inspiradora de la
operacin poltico-meditica del caso Bono y de los desplantes al alcalde
de la capital, Alberto Ruiz-Gallardn. En la Comunidad de Madrid no hay ni un
solo resquicio que no cubran la presidenta y sus leales.
Y ese crculo
ntimo tiene la conviccin de que Esperanza Aguirre est bendecida por la
baraka. Siempre cae de pie. Ella es consciente. Y se aprovecha hasta la
imprudencia. Carece de dudas filosficas. Es una liberal dogmtica. Y esto lo
afirma otro liberal dogmtico, un viejo dirigente del partido en dique seco:
"Dentro del PP, donde hay polticos ms prcticos, ms adaptables a la
coyuntura, ella pertenece al bando de los ideologizados. Tiene unos valores
presentes en toda su actuacin y una concepcin muy firme de lo que debe ser la
sociedad, y eso alimenta toda su actividad poltica".
Afirman que tiene
suerte. Y dan ejemplos: un helicptero que se desploma y del que sale
proclamando una sentencia propia de una pelcula de Berlanga: "Nos podamos
haber matado" (esa instantnea preside hoy su despacho de la Puerta del Sol); la
repeticin de unas elecciones, forzada por la oscura traicin de dos trnsfugas
del PSOE, que termina ganando despus de haber perdido; la inopinada derrota de
su partido en las elecciones generales del 14-M, que la coloca en el puesto de
mayor importancia institucional de la derecha espaola, o el pulso por el
control del PP en Madrid, el ms influyente de Espaa, en el que humilla al
carismtico Ruiz-Gallardn. De postre, una encuesta publicada el pasado 2 de
mayo por EL PAS conclua que, de celebrarse ahora las elecciones a la Comunidad
de Madrid, la lista de Aguirre repetira la mayora absoluta.
Con ese
background, Aguirre tiene una infinita confianza en sus posibilidades. "Con
lo de la presidencia del PP de Madrid, me decan: 'vas a cargarte el partido,
vas a crear un cisma con Alberto, te va a machacar'. Y ha sido la mayor victoria
de mi vida poltica. Estoy en el mejor momento de mi carrera".
En el asalto al
PP de Madrid, en octubre de 2004, Aguirre fue a por todas. Junto a Nacho
Gonzlez, amigo del alma, vicepresidente y portavoz de su Gobierno, su Paco
Cascos particular, elabor un guin muy preciso para hacerse con la
presidencia regional del partido. Aguirre necesitaba poder territorial. Desde el
mismo momento de su llegada a la Comunidad como candidata, en otoo de 2002,
comenz a trabajarse a las familias del PP.
Cuentan que Aznar
nunca cruz el umbral de la sede regional del partido en Madrid. Lo confirma una
militante liberal: "Aznar me dijo un da: 'Ni se te ocurra entrar ah, es un
avispero". No exageraba. El PP de Madrid se apoy durante 12 aos en un precario
equilibrio de familias (ratistas, gallardonistas, manzanistas, vieja guardia),
bajo la distante direccin de Po Garca-Escudero, que tena como mrito "ser
amigo de Aznar". "Po nunca se preocup por el partido", explica una militante
del PP madrileo. "El que mandaba era Rodrigo (Rato); Madrid era su territorio.
Nadie lo discuta. Desde 1989, era el candidato de Madrid y todos los puestos de
responsabilidad eran para su gente. Empezando por el de secretario general".
Desde el primer
minuto en el poder, la consigna entre los aguirristas fue hacerse con el aparato
de Madrid. Contar con una base de operaciones para la patrona. Hacer del PP de
Madrid una sucursal del Gobierno regional. O viceversa. As lo relata un miembro
de maitines, el crculo de confianza de Rajoy que se rene los lunes
(Aguirre no est invitada): "Un da, Esperanza plantea en Gnova que quiere ser
presidenta del PP de Madrid y aqu la idea no cae bien. Nos daba pereza.
Tenamos encima la pelea entre Camps y Zaplana por el PP de Valencia. Con Po
haba paz. Y Po es muy amigo de Mariano. Pero Esperanza apret; sabe que es muy
popular en el partido. Forz la situacin. En abril de 2004, Camps descabalg a
Zaplana de la presidencia del PP en Valencia. Y ella (alineada con Camps) vio
que era su momento. Po se quit de en medio (cabreado). Y se atrincher en el
Senado. Alberto comenz a ponerse nervioso. Y en vez de dar la batalla, coloc
de candidato a su segundo, Manolo Cobo, vicealcalde de Madrid. Y se equivoc".
Gallardn y
Aguirre se conocen desde 1983. Eran los concejales ms bisoos de la derecha en
el Ayuntamiento de Madrid. Sus relaciones siempre fueron civilizadas. En el
crculo de Aguirre las elevan a "materno-filiales". En pblico se prodigan
achuchones. En privado no se pueden ni ver. "Alberto subestim a Esperanza. Y se
equivoc", explica un miembro de la direccin regional del PP. Para otra fuente,
"los dos convivieron sin interferirse durante 20 aos, hasta que aspiraron a
suceder al sucesor. Hasta que contemplaron la difcil situacin de Rajoy. Y ah
llega el choque. Son animales polticos. No piensan en otra cosa. Son las dos
balas que le quedan a la derecha. La diferencia es que Esperanza es querida en
el partido, y Alberto es admirado, pero no querido".
Aguirre dud
antes de lanzarse al cuello de Gallardn. Sus aprensiones quedaron disipadas
tras una reunin de Rajoy con los lderes regionales del PP, en julio de 2004.
Ella lo relata: "Por Madrid fuimos Po, que era presidente del PP regional, y
yo, de la Comunidad. Fue muy desagradable. Lo pas fatal. En todas las
comunidades coincida el presidente autonmico con el del partido. Pero por
Madrid no se saba quin llevaba la voz cantante. Quin mandaba, Po o yo. Fue
humillante. Eso me decidi a optar a la presidencia".
Das ms tarde,
Aguirre anunciaba a Rajoy su intencin de presentar su candidatura a la
presidencia del partido en Madrid. En clave galaica, Rajoy le pregunt por dos
veces a Esperanza: "Ests completamente segura de que le vas a ganar?" "Le
contest que s, que tena el 80% de los votos. Y Mariano se call". No erraba
la presidenta. Su gente haba hecho bien los nmeros. El 14 de octubre de 2004,
en una noche de los cuchillos largos, la mayora de la junta directiva regional
de Madrid optaba por Aguirre como candidata a la presidencia del partido frente
a Manolo Cobo, "el hombre de Alberto". Previamente, Ruiz-Gallardn haba sido
linchado por los aguirristas y otros cuadros del partido que aspiraban a unirse
a las filas de la triunfadora: los escasos hombres de lvarez del Manzano, los
restos de la vieja guardia, un buen nmero de gallardonistas conversos y la
amplia familia ratista, hurfana desde la marcha de Rato a Washington como
director del FMI. "Rodrigo me dijo que cuidara a su gente y he cumplido: todos
estn bien colocados".
En ao y medio,
Aguirre ha alcanzado ms poder en Madrid de lo que nunca antes tuvo un dirigente
del PP. Se ha movido. Mucho. Como se movi para ser concejala de Medio Ambiente
en 1989, cuando nadie saba de qu iba esa cartera: "Vi que aquello tena auge,
le saqu jugo y fue vital en mi carrera". Para ser la nmero 2 al
Ayuntamiento de Madrid en las elecciones de 1995, ayudada por Miguel ngel
Corts, ojos y odos de Aznar en esa poca. Como se movi en FAES, el
laboratorio que proporcion doctrina y cantera a Aznar hasta 1996. Y consigui
ser la primera mujer patrona. Entrar en el entorno del lder. Y comenzar la
escalada. Como se movi para ser ministra en 1996. O como se movi para ser
alcaldesa en 2003. Termin como candidata a la Comunidad. Supona su regreso a
la primera lnea de la poltica. Y la posibilidad de dirigir una Comunidad que
representa el 17,5% del PIB nacional. Hoy, se mueve para arrasar en las
elecciones autonmicas de 2007. Y despus, que los astros decidan.
Mientras, no
pierde el tiempo. Est en todo. Lo ve todo. La poltica es su pasin. Cuando
observa a este periodista hablando con uno de sus adversarios de la cuadra
de Gallardn durante un acto pblico, se acerca como un rayo: "Qu, hablando de
poltica?". Y no pierde la sonrisa.
El palo y la zanahoria
Se exige y exige.
Examina y abronca tanto a los consejeros de su Gobierno como a los dirigentes
del partido en Madrid. Para ella es lo mismo. Es impertinente. Dura. Maneja con
arte el palo y la zanahoria. No tiene paciencia. Vive para la accin poltica.
Las 24 horas. "Vocacional, como un mdico al que acudes de madrugada", define su
hermana, Piedad Aguirre. "No hay nada que le guste ms que la poltica; est
volcada; es su vida", remacha un diputado liberal.
-Con la idea de
llegar a lo ms alto?
-Tiene un plan en
la cabeza; un diseo de actuacin poltica muy preciso. Aspira a todo. Pero con
una ambicin controlada, a diferencia de Alberto, que se tira a la piscina antes
del pistoletazo. Una dedicacin exclusiva que no es nueva en su biografa.
Muchos saben que Esperanza Aguirre es una gran aficionada al golf, con
handicap profesional; pocos saben que empez a jugar pasados los 20 aos,
con escaso xito, y para conquistar al que luego sera su marido, Fernando
Ramrez de Haro. La metfora de su vida. La hija perfecta. La mayor de ocho.
Tenaz y responsable. Clases de ingls, francs y flamenco. Nueve matrculas de
honor en Derecho (los pelotas las elevan a 15). Todo planificado: una oposicin
en tiempo rcord, con 24 aos. Madre a continuacin. Tocaba. Concejala del
Ayuntamiento de Madrid a los 31. Cuando lleg a Educacin, se estudiaba las
leyes de madrugada.
Una carrera a
base de codos.
Sin olvidar su
adiccin a los medios de comunicacin. "Siempre estar agradecida a Caiga
quien caiga, que me hizo tan popular".
-Pero la
transform en un personaje insufrible...
-Me lo dijo Paco
Cascos: "Te has convertido en caza mayor". Lo que peor me sentaba es que me
pusieran de tonta, pija y cursi, cuando siempre me he considerado listsima,
antipija y elegante. S, siempre he sido listsima.
Terca
negociadora. Especialista en tensar las situaciones con sus adversarios. Hasta
que la otra parte afloja. O la cuerda se rompe. Una estrategia que le ha
proporcionado beneficios. Y bofetadas. Como su paso por el Ministerio de
Educacin (1996-1999), con su Decreto de Humanidades: un intento de ideologizar
la enseanza de la Historia de Espaa que a punto estuvo de llevarse por delante
los acuerdos de legislatura del PP con sus socios nacionalistas. Un diputado que
trabaj con Aznar y exige anonimato, recuerda su paso por el ministerio: "Quiz
su cartera no tena que haber sido Educacin. Ella era radicalmente contraria a
la LOGSE (Ley Orgnica General del Sistema Educativo) del PSOE. Y estbamos en
minora. Poner a Esperanza en ese ministerio fue un desafo a la izquierda".
"Mont un buen pollo con los nacionalistas", afirma la aludida.
Aquel 16 de
diciembre de 1997, Aguirre sufri en el Parlamento (y en directo) la mayor
derrota poltica de su carrera. Intentaba dinamitar los planes de estudio
diseados en 1990 por los socialistas. Un calco de lo que 10 aos antes haba
hecho en el Reino Unido su admirada lady Thatcher. Esperanza Aguirre abandon el
hemiciclo con los ojos inundados (ella, que odia llorar en pblico). Haba
quedado tocada. Aznar la guardara en una jaula dorada: la Presidencia del
Senado. All pasara cuatro aos. Esperando su momento.
Informacin y encuestas
A las siete de la
maana, ya est conectada a la SER. (Despus comienza una hora de ejercicio
fsico con su entrenador personal). No puede vivir sin informacin y cotilleos.
Es consciente del poder de la informacin. Y de las encuestas. Desde que gan
las elecciones a la Comunidad Autnoma ha sido entrevistada 12 veces por
Telemadrid: su televisin. Sus colaboradores pueden recibir uno de sus
intempestivos telefonazos a las dos de la madrugada a costa de un editorial que
acaba de leer en la primera edicin de un diario. "Lleva 15 aos durmiendo
cuatro horas", afirma su hermana Piedad. "No hace las cosas que hace la gente
normal. No tiene tiempo. No se cansa, no se pone mala. Es una bestia".
El pasado 1 de
diciembre, el da que se estrell en Mstoles el helicptero que transportaba a
Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre, la presidenta no lleg a su casa hasta las
diez de la noche. Agotada, con la misma ropa desde la maana y un tacn roto en
la mano. Tena el frigorfico vaco. Su madre y hermanas compraron pinchos y
tortillas. Ms relajada, al calor del tinto, Aguirre confes no haber pasado
miedo durante el accidente: "De lo que estoy orgullosa es de haberme escapado
del hospital. Mira a Rajoy, le han dejado all metido".
Aguirre se mueve.
Sin perder nunca la imagen de disciplinada, tenaz y un poco frvola. Aquella
chica de buena familia, casada con un grande de Espaa (con ms blasones que
cash), que lleg a Alianza Popular desde la diminuta Unin Liberal:
"Cabamos en un taxi y encima lo pagaba Fraga". No tena el pedigr de Isabel
Tocino o Loyola de Palacio. Era una desconocida. "Nadie le ha regalado nada. Ha
salido adelante dentro de una estructura tan machista como era el PP. Ha luchado
con hombres en un mundo de hombres. Y hoy, ser mujer se ha convertido en uno de
sus activos, unido a su cercana con la gente. Dos factores magnficos para un
candidato", explica Juan Carlos Vera, secretario de organizacin del PP y
cocinero de todas las campaas del PP desde 1990.
Para un gur
electoral cercano al PP, "Esperanza est en el lugar adecuado en el momento
adecuado. Se ha convertido en lder nacional. Madrid es as: estn la prensa,
las televisiones, el Gobierno central. Ella tiene una presencia informativa
continua, incluso excesiva: si bautizan a la futura Reina, o viene la presidenta
de Chile, ella est en primera fila". Y eso suma.
"La poltica es
un largo camino y Esperanza tiene la capacidad de hacerse amigos y no enemigos",
afirma Pilar del Castillo, ex ministra de Educacin. "No conozco a nadie que se
considere enemigo de Esperanza en el partido, y eso es un milagro", coincide
otro eurodiputado. Un tercero, Juan Soler, diputado autonmico y hombre de su
confianza, es de la misma opinin: "Quiz sea una estrategia meditada, pero no
es fingida. Le sale as. Se lleva bien con la gente. Y esto es como elegir Papa:
no gana el que tiene ms amigos, sino el que tiene menos enemigos".
Para un miembro
del crculo directo de Rajoy, "Esperanza es la persona ms querida del partido.
Y eso la coloca en un lugar de privilegio. Siendo mujer y con mando en Madrid,
est en el sitio perfecto para una situacin de crisis. Podra forzar unas
primarias y las ganara de calle. Es ideal para una crisis, porque un centrista
no vale en tiempos de crisis".
-No es
centrista?
-No. Es de
derechas; de una derecha no convencional. No es el prototipo de la derecha ms
clsica, como Rajoy; Esperanza no necesita la poltica para comer y tiene sus
salidas de tono, como su apoyo a las uniones gays... pero es de derechas. Y est
orgullosa de serlo.
El orgullo de la
derecha. La nica que proporciona alegras a los militantes desmoralizados tras
la derrota del 14-M. La defensora del ltimo baluarte. Nunca pierde la
oportunidad de machacar al adversario. Interior o exterior. Ya sea Gallardn o
Zapatero. Ah est su ofensiva poltica y meditica en el caso Bono, que
ha dirigido (bajo sus rdenes directas), en lo judicial y propagandstico, el
consejero de Presidencia y secretario general del PP de Madrid, Francisco
Granados, con la ayuda inestimable de Telemadrid. Y en el Congreso, Javier
Fernndez-Lasque-tty, su antiguo jefe de gabinete.
Ella opina de
todo. De todo lo que le pueda suponer un rdito poltico. De la OPA sobre
Endesa; del Plan Hidrolgico; de diplomacia; de poltica de Defensa; del
Estatut; del alto el fuego de ETA; es anticastrista en Miami, se inventa su
particular ley antitabaco y disea sus carreteras. En las manifestaciones contra
el Gobierno socialista siempre est presente su helicptero de Telemadrid en
directo.
Su machacn
mensaje es que Zapatero maltrata a los madrileos. Una consigna que su entorno
de mariachis remacha sin piedad. Por ejemplo, Fernndez-Lasquetty: "Madrid es el
blanco de la agresin poltica y el menosprecio del Gobierno de la nacin".
Confrontacin permanente
Rafael Simancas,
el incansable lder de la oposicin socialista, el hombre que fue apartado de la
Presidencia de la Comunidad por una turbia operacin "que algn da se
destapar", define la labor de gobierno de Aguirre como "victimista, populista y
clientelista. Aguirre ha apostado por la confrontacin institucional con el
Gobierno de la nacin. Y eso le debe venir bien en su carrera poltica dentro
del PP. Pero es un desastre para los intereses de los madrileos. En estos
momentos, la Comunidad se distingue en Espaa por la confrontacin permanente
con el poder central; lo dicen todos los ministros. En su Gobierno prima el
sectarismo y la manipulacin informativa. Est jugando a obtener el aplauso de
la COPE, no a defender los intereses de los ciudadanos".
Y en esa busca
del preciado capelo, Aguirre convierte en posible lo imposible. Simultanear la
amistad de Alejo Vidal-Quadras y la de Josep Piqu, enfrentados por el control
del PP de Catalua. Otorgar su atencin a todas las mal avenidas familias
neoliberales: los opusdestas de Antonio Fontn; los nihilistas atrincherados en
la cadena de la Iglesia, con su ntimo Alberto Recarte al frente, o los antiguos
gabineteros de Aznar, aletargados entre Gnova y la FAES. Aguirre es capaz,
incluso, de disfrutar de la intimidad de Paco Cascos, "un verdadero amigo y un
aliado", y de Ana Botella, la reina madre del PP, que nunca trag a Cascos.
Mundos distantes que ella concilia.
Tanto, que ha
transformado la Comunidad Autnoma de Madrid en refugio de altos cargos del PP
en paro. Ratistas, acebistas, gabineteros y becerriles han encontrado cobijo, no
slo en los primeros, segundos y terceros escalones de su Gobierno; tambin en
Telemadrid; el Tribunal de Defensa de la Competencia; la Cmara de Cuentas; el
Consejo Econmico y Social; el Instituto de Estadstica; el Defensor del
Paciente; Caja Madrid (accionista de referencia de Endesa), y empresas pblicas
como Metro, Canal de Isabel II o el Consorcio Turstico de Madrid. Es
ilustrativo el contraste entre los destartalados despachos de la sede nacional
del PP y la pompa y ceremonia de los mandatarios de la Administracin regional.
Y la visin del escaso equipo de confianza que rodea a Mariano Rajoy, frente a
los complejos crculos de asesoramiento que rodean a Aguirre, lo que un miembro
de la Ejecutiva Nacional del PP denomina "los guerrilleros de Esperanza".
Todo para ganar
las elecciones de 2007. Si triunfa, Esperanza Aguirre podra aspirar a La
Moncloa. Si pierde, se va a casa.
Y ganar en Madrid
no es fcil. Ni para el PP ni para el PSOE, que, adems, necesita los votos de
Izquierda Unida. Las ltimas elecciones de 2004 se dilucidaron por un punto de
diferencia entre la derecha y la izquierda. Madrid tiene dos escenarios sociales
muy diferentes: la ciudad, escorada a la derecha, y la provincia, con sus dos
cinturones rojos (el Sur y el Corredor del Henares) donde gana la izquierda. En
los feudos del PP, la renta por habitantes es tres veces superior a la de las
zonas ms desfavorecidas. Para un miembro del PSOE madrileo: "Cuando Gallardn
era candidato a la Comunidad, fue listsimo. Saba que para ganar aqu hay que
pescar en caladeros ajenos. Raspar votos en el centro izquierda. Y Gallardn
jug a la confusin. Y consigui dos mayoras absolutas. Esperanza tiene el voto
de la derecha, pero provoca el rechazo en la izquierda. Yo hablara de empate
tcnico".
Segn las ltimas
encuestas, Aguirre es percibida por los votantes a la derecha de su propio
partido. Bastante ms a la derecha que Ruiz-Gallardn. Y muy lejos del anhelado
centro geomtrico donde se ganan las elecciones. Una encuesta del CIS del pasado
mes de abril conclua que el 63% de los madrileos desconfa de su gestin,
frente al 48% que desconfa de Gallardn. Aguirre acapara el voto del estmago;
est por ver si consigue el voto de la gestin.
Su equipo confa
que este ltimo ao de Gobierno -en el que "nos vamos a hartar de cortar cintas"
de hospitales, centros de salud y estaciones de Metro, y en el que se va a
volcar en atenciones a los inmigrantes- aada tinte social a su imagen. Y para
engrasarlo, segn Rafael Simancas, "el Gobierno del PP dedicar 131 millones a
publicidad; e imagine de qu van a hacer propaganda. Est intentando corregir a
marchas forzadas su imagen neoliberal, pero es demasiado tarde. No cuela".
Segn fuentes del
PP, en esa estrategia para centrar su oferta, Aguirre se habra distanciado del
tndem Zaplana-Acebes, que en sectores del Partido Popular consideran quemados,
y aproximado al modelo que representan Francisco Camps (Valencia), Josep Piqu
(Catalua) o Alberto Nez Feijoo (Galicia). A este ltimo ya le ofreci entrar
en su Ejecutivo en 2003. "Pero Rajoy no le dej porque contaba con l para la
presidencia del PP gallego", confirma Aguirre.
La legislatura de
Aguirre ha sido atpica desde sus comienzos. Rafael Simancas le otorga un
suspenso en educacin, sanidad, poltica de vivienda y urbanismo y precariedad
en el empleo. Ignacio Gonzlez, vicepresidente, dibuja el Madrid aguirrista como
el mejor escenario sanitario, econmico y social de nuestro pas. Que absorbe un
tercio de la inversin extranjera. Y tiene un PIB medio punto por encima de la
media nacional.
En esa lnea, el
entorno de Aguirre da por sentada la victoria. Es la consigna. "Pico y pala".
Ms all, todo es posible. La maquinaria est siendo puesta a punto desde el
mismo octubre de 2003. Los 80.000 afiliados del partido han sido convocados a
rebato. "Estamos siempre en campaa", sentencia la candidata. Y no miente.
Porque se la juega. Su futuro poltico depende de las elecciones en Madrid. Y
slo falta un ao.
El control de las listas: la sartn
por el mango
"ALGUNOS
COMPAEROS del partido nos vienen ahora con que fuimos muy listos en
venirnos con Esperanza. De lo que ya no se acuerdan es que el PP pensaba
ganar las generales del 14-M y para muchos fue un sacrificio venirse a la
Comunidad y renunciar a un hipottico puesto en la Administracin central",
explica Ignacio Nacho Gonzlez, vicepresidente. Es el poderoso
presidente del comit electoral del PP de Madrid. En septiembre ya puso en
marcha un discreto comit electoral. Su principal objetivo, trabajarse los
municipios del cinturn rojo de la capital.
"Slo Nacho y
Esperanza saben quin va a ir en las listas y en qu puesto, lo dems son
especulaciones", repiten en el entorno de Aguirre. "Ni siquiera Paco
Granados (secretario general del PP madrileo) est en el ajo. Lo que s
est claro es que ahora va a haber bofetadas para entrar en la candidatura.
Aunque ya no nos queda demasiada gente por colocar".
Lo cual es
cierto. En sus primeros pasos en la candidatura a la Comunidad Autnoma de
Madrid, en 2003, Esperanza Aguirre lo pas mal. Lleg sola. Carg con las
familias. Po Garca Escudero (hombre de Rajoy), Miguel ngel Villanueva
(hombre de Garca Escudero) y Juan Jos Gemes (de Rato) le hicieron las
listas y la campaa electoral. Gallardonistas, ratistas y la vieja guardia
consiguieron mejores posiciones en las listas que los ntimos de Aguirre.
Trag. Y esper. Perdi las primeras elecciones. Y despach sin
contemplaciones a Villanueva. Gan las segundas. Hizo un Gobierno de fieles.
Y comenz a fraguar el golpe.
Ahora tiene
la sartn por el mango. El nmero dos ser Nacho. Y su gente quedar
bien colocada. "Incluso se espera alguna incorporacin estelar", explica una
fuente cercana a la presidenta. Antonio Beteta, un ex gallardonista que ha
logrado en este tiempo la confianza total de la presidenta, har el
programa.
Donde la
batalla se prev dura ser en la confeccin de las listas para el
Ayuntamiento, donde Aguirre podra colocar bien a algunos de sus fieles. "Lo
nico seguro es que la nmero dos ser Ana Botella, pero no porque lo
diga Alberto ni porque sea ntima de la presidenta (que lo es) ni porque lo
haya exigido Aznar. Sino porque es la mejor para ese puesto, as lo han
decidido Nacho y Esperanza", confirma la misma fuente. "El resto, en
septiembre".
(*) Publicado en
la edicin digital El Pas.28 de Mayo 2006
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