

De
Curry Valenzuela, San Sebastián y Calleja



En
Telemadrid sigue la batalla, planteada por los sindicatos y muchos trabajadores,
en favor de la decencia informativa. Esperanza Aguirre ha modificado el
statu quo de la televisión autonómica madrileña. Con Joaquín Leguina,
Telemadrid fue una televisión pública no sectaria. Con Alberto Ruiz-Gallardón de
presidente de la Comunidad, pudo continuar afirmándose lo mismo. La tónica
habitual fue razonablemente correcta en ambos casos, aunque hubiera fallos,
errores y algún exceso puntual. En todas partes cuecen habas. Sucede que, con
Aguirre, el prestigio de Telemadrid se ha ido desmoronando hasta alcanzar
niveles bananeros o de televisión franquista. Resulta significativo que una
política como Aguirre que alardea de liberal con ocasión o sin ella practique el
intervencionismo más burdo en orden a los contenidos de su televisión,
pagada no sólo por los madrileños votantes del PP, sino por todos los ciudadanos
al margen de connotaciones políticas.
Leí el
otro día en El País que el periodista
José María Calleja fue
despedido de Telemadrid por criticar al Partido Popular. El incidente
ocurrió en la tertulia de mediodía, denominada Alto y claro, que dirige y
presenta Encarnación Valenzuela que es más pepera que la señora de Aznar,
conocida como Ana Botella. Calleja recibió, tres días después de su crítica al
PP, una llamada telefónica desde el programa de Valenzuela. Se le dijo “que no
volviera a la tertulia”. ¿Qué había sucedido? Lo explicaba R.G.G. en el
periódico mencionado diciendo que hubo además “un fuerte encontronazo verbal con
Isabel San Sebastián”. “Ambos intervenían junto a Charo Zarzalejos y Luis R.
Azpiolea en la pelea”, añade la cronista. En declaraciones a El País,
Calleja puntualizaba: “Sólo dije que el PP estaba utilizando el terrorismo como
arma de desgaste electoral contra el Gobierno. Isabel San Sebastián se enzarzó
conmigo”.
Durante
el duro choque entre Calleja y San Sebastián, Valenzuela “conminó a Calleja a
que se callara”. La versión de Calleja es ésta: “En tono grosero y hostil dijo
que o me callaba o me quitaba el micrófono. Estaba desatada y mostró una actitud
autoritaria y despótica porque en el programa sólo quiere que se diga lo que
quiere oír”. A la vista del escándalo, que se ha producido en plena refriega
interna por el clima de censura y partidismo en el que se halla Telemadrid, el
director general, Manuel Soriano, telefoneó a Calleja para rogarle que regresara
al programa. La conclusión de Calleja es meridiana: “Han rectificado porque
no querían que se repitiera la historia de Germán Yanke”.
Calleja,
amenazado por ETA y ferviente defensor de las víctimas del terrorismo, coincidió
a lo largo de bastante tiempo, aunque con matices menos tensos y más en clave de
consenso, con las tesis de Isabel San Sebastián. A partir del proceso de paz,
Calleja fue modulando un discurso más cercano a los planteamientos de José Luis
Rodríguez Zapatero, a pesar de ciertas reticencias y algunas críticas. Pero la
discrepancia o la disidencia está mal vista en el universo conservador. No sólo
mal vista, peor aún: el disidente corre graves riesgos, si mantiene con solidez
sus puntos de vista. Por eso Calleja fue puesto de patitas en la calle y tuvo
que soportar las iras de Isabel San Sebastián, una de las más cavernarias
talibanas del periodismo afín al PP.
La suma
de San Sebastián y de Valenzuela es temible. Esta pinza estuvo a punto de
costarle su presencia en Telemadrid a Calleja. Tiene razón el periodista de
CNN+. Curry Valenzuela únicamente “quiere que se diga lo que quiere oír”. Y
quiere oír aquello que complace a sus amigos y amigas del Partido Popular, a
Mariano Rajoy, Ángel Acebes, Eduardo Zaplana y toda la corte de reaccionarios
que controlan férreamente la derecha española. Valenzuela cumple
órdenes y acata consignas. Las repite con exquisito cuidado y con entusiástico
ardor patriótico. Su ortodoxia es absoluta. Similar a la de San Sebastián, que
arremete contra cuantos no aplauden sus diatribas. Pertenecen ambas a la galaxia
de Federico Jiménez Losantos, Ignacio Villa, César Vidal y otros personajes de
la COPE, sin olvidarnos de Carlos Herrera, el locutor de las mañanas de Onda
Cero y no hablemos de los productos de Intereconomía en sus diferentes formatos,
todos ellos con denominador común del radicalismo derechista
Nº 725 - 22 de enero de
2007
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